Re: [escepticos] Más sobre ciencia, política y castas

Akin akinlg en gmail.com
Mie Jun 11 03:02:36 WEST 2014


En una de las charlas de Pablo Iglesias, decía que casi nadie leía libros
de ensayo, y que la ideología se adquiría por tertilianos y guiones de cine
y series. No sé si es cierto, me parece probable. Cuando contaba eso decía
que a pesar de muchas películas sobre la guerra civil, no vimos a un
fascista en una hasta El Laberinto del Fauno, y fue hecha por un mejicano.
Quizás por eso no somos conscientes, como pueblo, de nuestra memoria
histórica.

Ahondando en esa idea, permitidme que pegue aquí dos fragmentos de una
novela, ya que no leemos sesudos análisis y adquirimos ideología por
novelas, pues allá va mi aportación sobre la existencia de élites que tomen
decisiones que la ignorante plebe no es capaz de tomar:

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-Acérquese un instante, Stevens, se lo ruego. Mister Spencer tiene algo que
decirle.

El caballero en cuestión siguió observándome unos minutos sin cambiar
siquiera la pose algo lánguida con que estaba instalado en el sillón. Y
acto seguido dijo: -Verá, amigo, tengo una pregunta que hacerle. Hemos
estado discutiendo sobre un problema y necesitamos ayuda. Dígame,
¿considera que la situación de la deuda con respecto a América constituye
un factor significativo del bajo nivel actual de los intercambios
comerciales? ¿O cree que se trata sólo de una teoría errónea y que la
auténtica raíz del problema es el
abandono del patrón oro?

Como es natural, me quedé bastante sorprendido; sin embargo, comprendí
rápidamente cuál era el quid de la cuestión. Estaba claro que esperaban que
me sintiese totalmente perplejo ante la pregunta. De hecho, durante el rato
que tardé en darme cuenta y en encontrar una respuesta adecuada, es posible
que exteriormente diese la impresión de estar en Babia, ya que noté que se
sonreían entre ellos con gesto divertido.

-Lo lamento, señor -dije-, pero es un problema en el que no puedo ayudarle.

En aquel instante, había conseguido dominar la situación; sin embargo, los
demás caballeros siguieron riéndose disimuladamente. Mister Spencer
prosiguió:

-Entonces quizá pueda sernos de ayuda en otro problema. ¿Cree usted que la
situación monetaria de Europa mejoraría o empeoraría en caso de llegarse a
un acuerdo militar entre franceses y bolcheviques?

-Lo siento mucho, señor, pero es un problema en el que tampoco puedo
ayudarle.

-¿Cómo? -exclamó mister Spencer-. ¿Tampoco puede ayudarnos en esto?

Volvieron a disimular sus risas hasta que mi señor dijo:

-Está bien, Stevens. Puede retirarse.

-Discúlpeme, Darlington, pero aún hay otra pregunta que quisiera hacerle a
nuestro amigo -dijo mister Spencer-. Realmente necesito su ayuda para el
asunto que actualmente tanto nos preocupa, un asunto fundamental, ya que de
él depende el modo en que configuremos nuestra política exterior. Dígame
amigo, a ver si ahora puede ayudarnos. ¿A qué se estaba refiriendo
realmente monsieur Laval cuando aludía en un discurso reciente a la
situación en el norte de Africa? ¿Cree usted también que se trata de una
argucia para acallar al sector más nacionalista de su propio partido?

-Lo lamento, señor, pero es un problema en el que no puedo ayudarle.

-¿Ven ustedes, caballeros? -dijo mister Spencer, volviéndose al resto de
los presentes-. Nuestro amigo no puede ayudarnos a este respecto.

Y esta frase provocó nuevas carcajadas, ahora con menos disimulo.

-Sin embargo -continuó mister Spencer-, aún seguimos insistiendo en la idea
de que habría que dejar el destino de la nación en manos de este buen
hombre Y de millones de personas como él. No es de extrañar, por tanto, que
con la carga que supone nuestro sistema parlamentario actual, seamos
incapaces de resolver los numerosos problemas que nos aquejan. ¿Por qué no
le piden también a un comité de la asociación de madres que organice una
campaña militar?

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Lord Darlington volvió a suspirar.

-Siempre somos los últimos, Stevens. Los últimos en despegarnos de sistemas
ya anticuados. Sin embargo, tarde o temprano tendremos que enfrentarnos con
los hechos.

La democracia es algo de otras épocas. El mundo actual es demasiado
complicado para depender de antiguallas como el sufragio universal o esos
parlamentos donde los diputados discuten eternamente sin decidir nunca
nada. Son cosas que podían estar muy bien hace unos cuantos años, pero no
ahora.
Qué es lo que decía ayer mister Spencer? Lo explicó muy bien.

-Creo que comparaba el sistema parlamentario actual con un comité de la
asociación de madres que intentara organizar una campaña militar.

-Sí, eso era. Francamente, vamos muy retrasados en este país, y es urgente
que las mentes con visión de futuro hagan reaccionar a personas como sir
Leonard.

-Sí, señor.

-Escúcheme bien, Stevens. Actualmente, vivimos una crisis que se prolonga.
Lo he visto con mis propios ojos al viajar al norte del país con mister
Whittaker. La gente sufre, la gente normal, la gente buena y trabajadora
sufre horriblemente. En Alemania, en Italia, han sabido actuar y han puesto
las cosas en su sitio. Igual que a su modo, supongo, han hecho esos
miserables bolcheviques. Hasta el presidente Roosevelt. Fíjese que no le da
ningún miedo tomar medidas arriesgadas para ayudar a su pueblo. En cambio,
mire lo que pasa aquí, Stevens. Pasan los años y todo sigue igual. Lo único
que hacemos es hablar, organizar debates y aplazar las decisiones. Cuando
alguien tiene una buena idea, acaba por resultar ineficaz con tantos
comités por los que tiene que pasar, y además la modifican hasta el
infinito. Los pocos que saben realmente de lo que están hablando acaban
relegados a un segundo plano por tantos ignorantes como hay a su alrededor.
¿No lo ve usted así, Stevens?

-Parece que la nación se encuentra en una situación deplorable, señor.

-Se lo aseguro. Fíjese en Alemania y en Italia. Fíjese en lo que puede
hacer un gobierno fuerte si se le deja, no como aquí con tanto sufragio
universal. Cuando uno ve que su casa está ardiendo, lo último que hace es
reunir a toda la familia en el salón para discutir durante una hora sobre
las posibilidades que hay de escapar. Quizá en otra época todo eso tenía
resultado, pero no ahora, cuando el mundo se ha complicado tanto. No se le
puede pedir al hombre de la calle que sepa de política, economía, comercio
mundial y qué sé yo. ¿A santo de qué? Ayer respondió usted muy bien,
Stevens. ¿Qué es lo que dijo? ¿Algo así como que no era de su competencia?
Claro, ¡y por qué iba a serlo!

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El 11 de junio de 2014, 1:19, Pedro J. Hdez <phergont en gmail.com> escribió:

> El 10 de junio de 2014, 22:14, Pedro J. Hdez <phergont en gmail.com>
> escribió:
>
> > Lo siento por quienes se escandalizan porque se hable de una "casta
> >> científica". ¡Pues claro está que existe!
> >>
> >
> > Creo que en este caso es simplemente incompetencia.
> >
>
> Claro que, releyendo mejor, no nos referimos a los mismos. Tú te refieres a
> aquellos que son parte de las élites. Yo me refiero a aquellos que parecen
> defender que deban existir esas élites para salvaguardar a los ciudadanos
> de su propia ignorancia.
>
> saludos
>
> --
> Pedro J. Hernández
> http://gplus.to/pedroj
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