[escepticos] La transubstanciación , o esto es la hostia

Enrique Reyes conen en idecnet.com
Jue Mar 27 19:45:44 WET 2008


Hola,

Miguel Martínez Estremera escribió:
> 
> El 27/03/2008, a las 0:12, Xan Cainzos escribió:
> 
>> Tenebris dixit:
>>> Yo entiendo el rito de la comunión como un rito simbólico, que se
>>> realiza como recuerdo o conmemoración del sacrificio de Jesús, en
>>> cuanto hijo de dios. Dudo de que muchos católicos practicantes lo
>>> entiendan de otro modo; por lo menos, entre las comunidades de base,
>>> que conocí en mis tiempos, no había uno sólo que pensase que estaba
>>> comulgando sangre y carne reales del hijo de dios.
>>
>> Pues entonces NO SON CATOLICOS, por lo menos desde el concilio de 
>> Trento cuando fue declarado dogma de fe. Es lo mismo que un liberal 
>> que opina que la libertad de mercado puede sustituirse por la economia 
>> centralizada: NO ES LIBERAL.(*)
>>       Saludos
>>
> 
> Es una respetable opinión tuya, pero nosotros sí que nos consideramos 
> católicos. Y es que en Trento se dijo "bajo las especies de pan y vino", 
> lo cual quiere decir "bajo las propiedades sensoriales del pan y el 
> vino", es decir, a nadie se le dice que no crea lo que está viendo, con 
> el ojo o con un espectrómetro de masas. Son el cuerpo de Cristo en 
> sentido metafísico, de identificación del que comulga con la persona de 
> Cristo.
> La hostia no se toma para aumentar nuestos triglicéridos postprandiales 
> ni el glucógeno hepático, sino para producir las disposiciones de la 
> voluntad buscadas según la creencia que uno tiene, creencia que se 
> refiere a cómo hemos de hacer para alcanzar el cielo, no para pedirle a 
> Dios un dictamen sobre el transporte de los quilomicrones o cómo es la 
> función de onda del átomo de hidrógeno del pan.

Pues es verdad que sois unos católicos bastante tibios.

CATECISMO:

1333 En el corazón de la celebración de la Eucaristía se encuentran el 
pan y el vino que, por las palabras de Cristo y por la invocación del 
Espíritu Santo, se convierten en el Cuerpo y la Sangre de Cristo. Fiel a 
la orden del Señor, la Iglesia continúa haciendo, en memoria de él, 
hasta su retorno glorioso, lo que él hizo la víspera de su pasión: "Tomó 
pan...", "tomó el cáliz lleno de vino...". Al convertirse 
misteriosamente en el Cuerpo y la Sangre de Cristo, los signos del pan y 
del vino siguen significando también la bondad de la creación.[...]

1353 En la epíclesis, la Iglesia pide al Padre que envíe su Espíritu 
Santo (o el poder de su bendición (cf MR, canon romano, 90) sobre el pan 
y el vino, para que se conviertan por su poder, en el Cuerpo y la Sangre 
de Jesucristo, y que quienes toman parte en la Eucaristía sean un solo 
cuerpo y un solo espíritu (algunas tradiciones litúrgicas colocan la 
epíclesis después de la anámnesis); en el relato de la institución, la 
fuerza de las palabras y de la acción de Cristo y el poder del Espíritu 
Santo hacen sacramentalmente presentes bajo las especies de pan y de 
vino su Cuerpo y su Sangre, su sacrificio ofrecido en la cruz de una vez 
para siempre;

1355 En la comunión, precedida por la oración del Señor y de la fracción 
del pan, los fieles reciben "el pan del cielo" y "el cáliz de la 
salvación", el Cuerpo y la Sangre de Cristo que se entregó "para la vida 
del mundo" (Jn 6,51): Porque este pan y este vino han sido, según la 
expresión antigua "eucaristizados", "llamamos a este alimento Eucaristía 
y nadie puede tomar parte en él s i no cree en la verdad de lo que se 
enseña entre nosotros, si no ha recibido el baño para el perdón de los 
pecados y el nuevo nacimiento, y si no vive según los preceptos de 
Cristo" (S. Justino, apol. 1, 66,1-2).



[Nótese como lo que está entre comillas no es el "Cuerpo" y la "Sangre 
de Cristo" sino por el contratio, "el pan..." y "el cáliz..."



1374 El modo de presencia de Cristo bajo las especies eucarísticas es 
singular. Eleva la eucaristía por encima de todos los sacramentos y hace 
de ella "como la perfección de la vida espiritual y el fin al que 
tienden todos los sacramentos" (S. Tomás de A., s.th. 3, 73, 3). En el 
santísimo sacramento de la Eucaristía están "contenidos verdadera, real 
y substancialmente el Cuerpo y la Sangre junto con el alma y la 
divinidad de nuestro Señor Jesucristo, y, por consiguiente, Cristo 
entero" (Cc. de Trento: DS 1651). "Esta presencia se denomina `real', no 
a título exclusivo, como si las otras presencias no fuesen `reales', 
sino por excelencia, porque es substancial, y por ella Cristo, Dios y 
hombre, se hace totalmente presente" (MF 39).

1375 Mediante la conversión del pan y del vino en su Cuerpo y Sangre, 
Cristo se hace presente en este sacramento. Los Padres de la Iglesia 
afirmaron con fuerza la fe de la Iglesia en la eficacia de la Palabra de 
Cristo y de la acción del Espíritu Santo para obrar esta conversión. 
Así, S. Juan Crisóstomo declara que:
No es el hombre quien hace que las cosas ofrecidas se conviertan en 
Cuerpo y Sangre de Cristo, sino Cristo mismo que fue crucificado por 
nosotros. El sacerdote, figura de Cristo, pronuncia estas palabras, pero 
su eficacia y su gracia provienen de Dios. Esto es mi Cuerpo, dice. Esta 
palabra transforma las cosas ofrecidas (Prod. Jud. 1,6).
Y S. Ambrosio dice respecto a esta conversión:
Estemos bien persuadidos de que esto no es lo que la naturaleza ha 
producido, sino lo que la bendición ha consagrado, y de que la fuerza de 
la bendición supera a la de la naturaleza, porque por la bendición la 
naturaleza misma resulta cambiada...La palabra de Cristo, que pudo hacer 
de la nada lo que no existía, ¿no podría cambiar las cosas existentes en 
lo que no eran todavía? Porque no es menos dar a las cosas su naturaleza 
primera que cambiársela (myst. 9,50.52).

1376 El Concilio de Trento resume la fe católica cuando afirma: "Porque 
Cristo, nuestro Redentor, dijo que lo que ofrecía bajo la especie de pan 
era verdaderamente su Cuerpo, se ha mantenido siempre en la Iglesia esta 
convicción, que declara de nuevo el Santo Concilio: por la consagración 
del pan y del vino se opera el cambio de toda la substancia del pan en 
la substancia del Cuerpo de Cristo nuestro Señor y de toda la substancia 
del vino en la substancia de su sangre; la Iglesia católica ha llamado 
justa y apropiadamente a este cambio transubstanciación" (DS 1642).

1377 La presencia eucarística de Cristo comienza en el momento de la 
consagración y dura todo el tiempo que subsistan las especies 
eucarísticas. Cristo está todo entero presente en cada una de las 
especies y todo entero en cada una de sus partes, de modo que la 
fracción del pan no divide a Cristo (cf Cc. de Trento: DS 1641).



Etcétera, etcétera, etcétera. Unas ideas propias de analfabetos 
funcionales, por supuesto, pero que hay que sostener con fe incansable 
para decirse católico, obviamente.

Saludos,


Enrique Reyes


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