[escepticos] ] Fisiología de la audición

[Francisco Mercader]

[José Ángel Morente]
 Que sí, hombre, que no me tienes que convencer. Que no me gusta el 
jazz entre otras cosas por simples cuestiones estéticas, pero que uno 
también es perro viejo (no tanto como tú, claro) y sabe de qué va el 
tema. ¿O piensas que sólo he hecho música clásica en mi vida???

[Mercader]
No; si tienes derecho a que no te guste el jazz o lo que sea. A mí 
tampoco me gusta la ópera, pongamos por caso; en cambio me pirro por 
algo muy parecido, que son los madrigales y todo el canto barroco. En 
eso de las preferencias más vale no meterse porque me temo que no 
existen causas racionales para explicarlas. Pero eso sí da pie  a una 
nueva sub-discusión, que es el porqué de que a unos nos gusten unas 
cosas y a otros, otras. En toda una carrera de Bellas Artes no 
encontré un solo texto razonable que me explicara  de manera 
convincente qué era la Belleza. En cambio me harté de leer chorradas 
acerca de "valores " absolutos como si no hubiéramos salido todavía de 
aquello de la proporción áurea y la belleza intrínseca de los números. 
Si fuera por eso, el número Pi tendría que ser algo perfecto e 
insuperable, dado que se refiere a  una relación real y frecuente  de 
algo que nos encontramos delante todos los días. Sin embargo, sólo 
sabemos representarlo con un feo  chorro de guarismos  sin aparente 
armonía visual.  En la música —volvemos a lo nuestro— estamos cansados 
de abrir un tratado de armonía y leer lo de 'acorde perfecto' cuando a 
mí, cuando oigo un Do, se me va el dedo a la quinta disminuída, o a la 
séptima mayor, o sea, a las que el libro llama disonancias pero son 
las que a mí me proporcionan placer.

[José Ángel Morente]
 Bueno, ahora aquí saldría una nueva sub-discusión, que es acerca del 
no siempre claro valor musical de las jam sessions.  Pero como diría 
Einde, "eso es otra historia".

[Mercader]
Pues venga. Yo me temo que  la Historia de la Música está formada en 
su mayor parte por algo equivalente a las 'jam sessions'.  Si dejamos 
aparte las músicas rituales para que llueva, las marchas militares 
para enardecer a la carne de cañón  y los conciertos para que escuchen 
otros ¿qué queda? pues gente reunida por gusto para hacer ruidos 
agradables. Puede que de estas reuniones no salga nada digno de ser 
recordado pero cumple alguna función  de cohesión social y, sobre 
todo —y ahí está, probablemente, su valor musical—  sirve de base para 
ir construyendo las otras músicas.  En cualquier compleja sinfonía 
debe de haber, si se rasca lo suficiente, ecos  de algún entrechocar 
de huesos  o golpes de pandero de nuestros ancestros.
Saludos.
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