[escepticos] Una nueva definición de muerte
Ismael Valladolid Torres
ivalladt en gmail.com
Vie Ene 30 08:54:35 WET 2009
En respuesta a una creciente controversia moral sobre si la mayor
parte de los órganos vitales utilizados en transplantes técnicamente
son tomados de personas vivas, el President's Council on Bioethics ha
emitido un informe en el que definen la muerte cerebral como el
momento en el que cesa el compromiso con el mundo.
El informe le da la vuelta al actual estándar neurológico para la
muerte que depende de una desactualizada noción de cómo el cerebro es
centro de control del cuerpo para los procesos fisiológicos.
La definición de vida del Council habla de un proceso de compromiso,
lo que puede sonar a parrafada metafísica, pero que ayuda a que el
número de transplantes de órganos no caiga en picado.
«Uno se enfrenta a la elección de decir que la noción actual de muerte
cerebral no funciona, y dado que no estás autorizado a tomar órganos
de un donante que aún no ha muerto, nos hemos visto obligados a no
hacer muchos transplantes, hasta que seamos capaces de explicar por
qué el fallo total cerebral constituye la muerte de un organismo» dice
Gilbert Meilaender, bioético de la Universidad de Valparaiso y miembro
del Council. «Así que ofrecemos una explicación filosófica mejor».
Que la línea entre vida y muerte se vea tan difusa ahora es un
fenómeno únicamente moderno. Hasta mediados del siglo pasado estaba
claro; cuando el corazón deja de latir, ha muerto. Pero los avances en
tecnología médica han permitido a la gente ser sostenida en máquinas
que mantenían sus pulmones en funcionamiento y su corazón latiendo, a
pesar de que las funciones cerebrales necesarias ya habían cesado.
Médicos y bioéticos proponen un nuevo estándar. Si tanto las funciones
de alto nivel como de bajo nivel del cerebro de una persona han cesado
y no pueden ser recuperadas, ha muerto, aunque las máquinas puedan
preservar la apariencia de una vida. Un cuerpo en esta condición es,
en el argot médico, un «cadáver ventilado con latidos». Estos
cadáveres son la fuente principal de los órganos vitales utilizados en
los transplantes.
En años recientes, sin embargo, algunos científicos han demostrado que
cuerpos con muerte cerebral mantienen una temperatura estable, siendo
incluso capaces de defecar. Más sorprendentemente, sus heridas duelen,
y hay niños mantenidos en máquinas ventiladoras que alcanzan la
madurez sexual.
Estas averiguaciones socavan los estándares neurológicos actuales para
la muerte, que tratan al cerebro como la clave para integrar y
sostener los procesos físicos básicos. Dado que esos procesos
continúan tras el cese de la función cerebral, los médicos se
enfrentan a tres elecciones; sacar órganos de personas aún
técnicamente vivas, aliviar los estándares de muerte cerebral, o
volver al viejo estándar de la muerte cardíaca.
Ninguna de estas opciones parece razonable. Tomar órganos de una
persona viva es éticamente inaceptable. Aflojar los estándares,
atendiendo únicamente a las funciones cerebrales de alto nivel, y
declarando como muertas a personas que aún respiran por sí mismas,
también lo parece. Volver al estándar de la muerte cardíaca llegaría a
requerir a que los médicos tengan que esperar a que un corazón deje de
latir para poder transplantarlo.
Y es que la interrupción del flujo sanguíneo durante sólo unos minutos
causa daños que hacen que los órganos sean inutilizables en otro
cuerpo. Medir la muerte por el cese de actividad cardíaca sería un
drástico menoscabo de la donación de órganos tal y como se entiende
hoy en día.
«Si estás en lo cierto, y sigue habiendo un argumento persuasivo para
mantener el estándar neurológico, entonces el transplante de órganos a
la escala a la que hoy en día lo hacemos sigue siendo algo legítimo.»
Atendiendo a la redefinición del Council, el cerebro es importante no
sólo porque controla los procesos fisiológicos, sino por lo que esos
procesos representan; el compromiso con el mundo.
«Intentamps pensar en organismos comprometidos en su propia
preservación. Estar vivo es estar comprometido en ese trabajo. Morir
es dejar de estarlo» dice Meilaender.
El compromiso, explica el Council, toma tres formas, apertura al
mundo, habilidad para actuar en el mundo, y necesidad de hacerlo.
Estos requisitos abstractos pueden cubrirse por algo tan básico como
respirar, pero no pueden ser cubiertos por funciones fisiológicas que
continúan en personas que han perdido ya su función neurológica.
El informe del Council conscientemente navega sobre terrenos
pantanosos éticos y científicos, dice el bioético de la Universidad de
Pennsylvania Art Caplan. «Se reafirma la muerte cerebral como un
estándar aceptable, y creo que con éxito».
Caplan reconoce que gente en estados de mínima consciencia y
vegetativos persistentes, como Terry Schiavo, cuya petición de morir
catalizó a la oposición pública en contra de extender la definición de
muerte; seguirán siendo considerados vivos.
«A la gente le pone nerviosa que intentemos modificar el estándar de
la muerte para conseguir órganos. Tienen miedo de que cirujanos en
busca de transplantes se salten la definición de muerte poara
conseguirlos» dice Caplan. «El informe deja la línea donde debe
estar».
«Hay quien discute que deberíamos definir la muerte a partir de las
capacidades cerebrales de alto nivel, como que si pierdes la
consciencia definitivamente podemos considerarte muerto aunque
respires sin ayuda» dice Meilaender. «Pero imagina que tenemos un
cuerpo como ese. Yo no lo enterraría. Ha perdido funciones humanas,
pero aún no ha dejado de ser un ser vivo».
Visto en [1]La media hostia.
1. http://lamediahostia.blogspot.com/2009/01/una-nueva-definicion-de-muerte.html
Un saludo, Ismael
--
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