[escepticos] Millonarios pasando un apuro coyuntural

Oldno7 (Guillermo Hernandez) guillermo en QuerySoft.es
Jue Jul 26 12:06:22 WEST 2012


Igual que los estadounidenses, como decia John Steinbeck, nos hemos 
llegado a creer que eramos "millonarios pasando un apuro coyuntural":

http://www.elplural.com/2012/07/20/esto-es-capitalismo-y-somos-clase-trabajadora/

Esto es capitalismo y somos clase trabajadora

Durante años nos hicieron creer que todos éramos clase media. Es cierto 
que vivíamos mucho mejor que nuestros padres y no digamos que nuestros 
abuelos, es cierto que vivíamos instalados en cierta prosperidad (aunque 
jamás alcanzo a todos), pero el aumento del consumo funcionó como un 
cebo que hizo creer a prácticamente todo el mundo que tenían control 
sobre sus vidas, característica de la clase media. Casi parecía no 
existir la clase trabajadora. Convencer a la gente que pertenece a la 
deseada clase media tiene el objetivo de enmascarar sus verdaderos 
intereses para que así puedan apoyar políticas que, en realidad, les 
perjudican; al perder la conciencia del lugar social al que se pertenece 
se reduce o se hace desaparecer el antagonismo de clase y así, los 
trabajadores más acomodados, en lugar de sentirse explotados por los 
poderosos se sienten amenazados por los que aun son más pobres que 
ellos. Se trata de enmascarar en lo posible las diferencias sociales, la 
desigualdad, sus causas y consecuencias. Si uno no sabe dónde está mal 
puede entender nada.
Todo ese espejismo se ha sostenido en las últimas décadas sobre la 
ficción del precio de la vivienda, que hacía pensar a las familias que 
tener una casa, aunque fuera hipotecada, era tener un bien que subía de 
precio al día siguiente de comprarlo y que no dejaría de subir 
indefinidamente. El estallido de la burbuja estalló también esa ilusión, 
entre otras cosas porque la inmensa mayoría de las personas no estaban 
comprando un piso sino adquiriendo una deuda impagable, aunque ellos no 
lo supieran. La supuesta propiedad de la vivienda y sus precios inflados 
enmascaraban en todo caso la realidad, incluso en el momento más alto 
del boom las estadísticas eran persistentes: además del paro, el 60% de 
los salarios nunca superaron los mil euros o menos. El alto precio de la 
vivienda sólo beneficiaba, en realidad, a quienes, por tener otros 
bienes u otras viviendas, podían utilizar ésta como valor de cambio, 
para especular, pero no a quienes tenían que utilizarla para vivir y, 
peor aun, para quienes contraían deudas estratosféricas en relación con 
su salario real. El fin de la burbuja ha puesto de manifiesto la 
realidad y todos sabemos lo que ha ocurrido.

Ya sabemos que no somos clase media. Nunca lo fuimos. Pertenecen a la 
clase media aquellas personas que pueden mantenerse con sus propias 
rentas, aunque sean pequeñas; aquellas que no dependen absolutamente de 
un único salario para poder vivir, aquellas que en caso de quedarse sin 
trabajo pueden razonablemente esperar encontrar otro sin que su nivel de 
vida se vea alterado. Es decir, sí, pertenecen a la clase medias 
aquellas personas que tienen control sobre sus vidas. Todas aquellas 
otras personas, la inmensa mayoría, cuya única fuente de ingresos es el 
salario, sea este bajo, muy bajo o normal, están vendidas. Esta crisis 
ha demostrado lo fácil que es que cualquiera que dependa de un salario 
(y no digamos ya si además tiene una deuda con el banco) se deslicen, 
por quedarse sin aquel o por ver recortado su sueldo, no ya hacia la 
clase trabajadora, de la que nunca han salido, sino directamente a la 
pobreza. Aunque la familia sigue siendo el gran colchón social, si una 
persona depende sólo de un salario que da únicamente para vivir, su vida 
no le pertenece enteramente ya que ésta puede ser convertida como 
acabamos de ver, en una condena. Pueden bajar los salarios hasta el 
límite de la subsistencia o más abajo, pueden acabar con cualquier 
protección social, pueden despedirnos y dejarnos en la miseria, pueden 
precarizarnos, pueden convertir la vejez o la enfermedad en un infierno, 
pueden aterrarnos, someternos, explotarnos, pueden hacer que trabajemos 
gratis o a cambio de comida… Pueden hacer esto y hacerlo, además, de un 
día para otro. En eso consiste la lucha de clases, en eso ha consistido 
siempre y en eso estamos. En que quienes no tenemos más que nuestro 
trabajo para vivir podamos tener control sobre nuestras vidas, que no 
puedan apropiarse otros de ellas, que no seamos cuerpos biológicos cuyo 
único valor es el productivo. En resumen: esto se llama capitalismo, 
somos la clase trabajadora convertida en masa laboral y la solución es 
simple y compleja y se conoce hace mucho: hay que combatir el 
capitalismo porque es injusto, es inhumano y porque va a acabar con todo.

Beatriz Gimeno es escritora y expresidenta de la FELGT (Federación 
Española de Lesbianas, Gays y Transexuales)


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