[escepticos] Interesante artículo sobre la crisis europea.

Paco Gaspar fjgaspar en gmail.com
Mie Nov 23 13:08:27 WET 2011


 Una crisis bancaria presentada como deudas nacionales James K. Galbraith
Economista. Profesor de la Universidad de Texas

© Salon.com

La crisis de la eurozona es una crisis bancaria presentada como una crisis
de deudas nacionales y complicada por ideas económicas reaccionarias, una
arquitectura financiera defectuosa y un medio político tóxico,
especialmente en Alemania, Francia, Italia y Grecia. Al igual que en EEUU,
la crisis bancaria europea es resultado de un exceso de crédito a
prestatarios débiles: para vivienda en España, para inmuebles comerciales
en Irlanda, para el sector público en Grecia. Los bancos europeos se
apalancaron para comprar hipotecas tóxicas estadounidenses y, cuando estas
colapsaron, comenzaron a deshacerse de sus débiles bonos soberanos para
comprar otros fuertes, empujando al alza las primas de riesgo y sumiendo a
la periferia europea en la crisis. Grecia era simplemente la primera pieza
de dominó.

En todas las crisis de este tipo, la primera defensa de los bancos es
clamar sorpresa – “¡Nadie lo podía haber sabido!”– y culpar a sus clientes
de ser imprudentes y tramposos. Esto es cierto, pero oculta el hecho de que
los banqueros fomentaron mucho los créditos mientras les reportaban grandes
beneficios. Esa clase de defensa funciona mejor en Europa que en EEUU,
porque las fronteras nacionales separan a prestamistas de deudores, aliando
a los líderes políticos de Alemania y Francia con sus banqueros y
permitiendo agitar un relato nacional-racista del tipo “griegos perezosos”,
“italianos irresponsables”, etc.

Apuntalar el poder de los bancos en la Europa prestamista responde a una
sensibilidad calvinista que ha convertido los superávits en señal de virtud
y los déficits en sinónimo de vicio, transformando en fetiches la
desregulación, la privatización y el ajuste orientado por el mercado.

A medida que se desarrolla este proceso, los alemanes cosechan las rentas y
aleccionan a sus endeudados clientes para que recorten salarios, vendan sus
activos y renuncien a sus pensiones, colegios, universidades, servicios de
salud (muchos de los cuales eran ya de segunda clase). Últimamente, las
lecciones se han convertido en órdenes, dictadas por el FMI y el Banco
Central Europeo (BCE), lo que transmite a los nuevos peones europeos de la
deuda el mensaje de que ya no viven en estados democráticos.

La arquitectura de la eurozona empeora aún más las cosas en dos sentidos.
Primero: la UE ha pagado durante años alguna compensación a sus regiones
más pobres, pero esos fondos estructurales nunca han sido adecuados y hoy
están bloqueados por unos requisitos de copago casi imposibles de cumplir.
Además, la eurozona carece de canales de redistribución interregional para
los hogares que ha desarrollado EEUU en muchos ámbitos. Segundo: el BCE
rehúsa resolver la crisis de un golpe, lo que podría hacer comprando bonos
de los países débiles y refinanciándolos. El argumento para no hacerlo es
el denominado “riesgo moral”, basado en miedos rancios a la inflación; pero
el motivo real es que hacerlo supondría a los prestamistas admitir una
pérdida de control sobre el BCE. La eurozona ha preferido crear un
gigantesco CDO tóxico llamado Fondo Europeo de Estabilidad Financiera, que
podría convertirse pronto en un gigantesco CDS aun más tóxico (al igual que
AIG, lo llamarán “seguro”). Esto puede postergar el pánico, a lo sumo,
durante un tiempo breve.

Las soluciones técnicas existen. La más desarrollada es la Propuesta
modesta de Yanis Varoufakis y Stuart Holland. Consiste en: 1) Convertir
hasta el 60% del PIB de la deuda de cada país de la eurozona en un bono
común europeo, emitido por el BCE; 2) Recapitalizar y europeizar el sistema
bancario, rompiendo el control de los bancos nacionales sobre los políticos
nacionales; y 3) Crear un programa estilo New Deal de proyectos de
inversión a través del Banco Europeo de Inversiones. Otras propuestas
incluyen la de Kunibert Raffer, que plantea un régimen de insolvencia
soberana inspirado en el estatuto municipal de quiebra de EEUU; la de
Thomas Palley, que sugiere un nuevo “banquero gubernamental”; o la de Jan
Toporowski, partidario de un
impuesto sobre el balance de los bancos para retirar el exceso de deuda
pública.

Son las mejores ideas y ninguna se pondrá en práctica. La clase política
europea es, en estos días, una materia forjada por desesperados banqueros y
votantes furiosos, no menos en Alemania y Francia que en Grecia o Italia.
Los discursos están cerrados a las ideas frescas y la supervivencia
política se basa en ir pateando latas en la calle con tal de no afrontar
que esta es una crisis bancaria. La suerte de los débiles es, en el mejor
de los casos, incidental. Así, cada encuentro de ministros de Finanzas y
primeros ministros resulta en peligrosas medidas a medias y evasivas
legales.
La fragilidad política también explica la furia en Alemania y Francia
cuando Yorgos Papandreu intentó cortar el nudo de sus ministros rebeldes,
la oposición irresponsable y la ciudadanía iracunda sometiendo a referéndum
el último paquete de austeridad. La maniobra le resultó fatal a Papandreu.
¡Dios ayude a los banqueros!

Grecia e Irlanda están siendo destruidos. Portugal y España están en el
limbo y la crisis se desvía a Italia, que está siendo colocado bajo una
receta dictada por el FMI mientras escribo estas líneas. Mientras, Francia
lucha por retrasar la (inevitable) degradación de su rating AAA recortando
cada programa social y de inversión.

La Europa deudora se está deslizando hacia la ruptura social, el pánico
financiero y, en últimas, la emigración, que se presenta, una vez más, como
la salida para muchos. No obstante –y esta es otra diferencia con EEUU–, la
gente allá no ha olvidado por completo cómo luchar. Las manifestaciones y
huelgas generales van en aumento. Nosotros estamos en el punto en que las
estructuras políticas no ofrecen ninguna esperanza y el testigo ha de
pasar, más bien pronto, a manos de la resistencia. Quizá esta no sea capaz
de mucho… pero ya veremos.

Saludos


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