[escepticos] OT: 100 libros que cambiaron su vida.

[Inés Toledo]

Hace tiempo contaste esa historia, te pregunté si era de veras cierta,
pues parece un cuento tal cual... Un buen cuento.

El día 15 de septiembre de 2008 21:23, Francisco Mercader
<fmercaderr en telefonica.net> escribió:
> Lo notable de mis cien libros es la manera en que llegaron a mi vida.
> Mi abuelo, mecánico de coches  y con una personalidad de armas tomar, debió
> de tener alguna dura discusión con uno de sus clientes, vendedor de libros
> viejos en el Rastro de Madrid,  que no  quería o no  podía pagar la
> reparación de su coche. El caso es que, de la noche a la mañana, aparecieron
> en mi casa un par de enormes baúles con el surtido más heterogéno  de libros
> que uno pueda imaginar.  Conociendo a mi abuelo, eso debió de ser el
> resultado de una confiscación a la fuerza para saldar las deuda.  Yo tenía
> unos seis o siete años y pocas oportunidades de salir a jugar con  otros
> niños a la calle, así que me enfrasqué en el único entretenimiento que tenía
> a mano: los misteriosos libros de los dos baúles. Recuerdo textos tan
> curiosos como un tratado de Física de principios del siglo XIX, el manual de
> señales de la Renfe, un tratado de obstetricia para yeguas; 'esgrima
> criolla'  en el que se describía cómo empuñaban el facón los gauchos para
> comer sus filetes de vaca o para dirimir sus diferencias;  libros de lectura
> con trozos de Quevedo y unos pocos versos de las Coplas de Jorge Manrique;
>  el manual de vuelo de no sé qué biplano  de combate con el que aprendí a
> volar antes de conocer el Flight Simulator de Microsoft; Cuentos de Hadas
> rusos, con los que me sumergí en el mundo de las Baba Yaga, tan complejo
> como el del Señor de los Anillos; docenas de manuales de carpintería,
> fontanería y mecánica, que impulsaron mi relación cuasi-amorosa con los
> objetos.  Libros de catequesis  que me leí atentamente pero que, por alguna
> razón, no consiguieron hacer mella en mi naciente escepticismo. Tratados de
> urbanidad que me enseñaron  con qué mano se toma el tenedor aunque en mi
> casa se comía  de cualquier otra manera  (y si había algún libro se usaba
> para calzar la mesa coja)y docenas de textos variopintos  que me bebí una y
> cien veces  en los siguientes diez años. El resultado es esta cultureta de
> grandes lagunas en lo importante y algún innecesario brillo en lo inútil.
> Saludos.
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Inés

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