Re: [escepticos] El lobi ateo de Londres sopesa exportar su campaña a Barcelona

Miguel Martínez Estremera mimartin en cepymearagon.es
Sab Nov 8 08:07:55 WET 2008


Por cierto, que un artículo en el Periódico de Catalunya de hoy opina  
sobre la noticia:

Miguel A

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Ateísmo publicitario

• ¿Qué hace suponer a nuestros teoescépticos que eliminar la creencia  
en Dios produce felicidad?

SALVADOR Giner*
Grandes anuncios en los autobuses londinenses proclaman que lo más  
probable es que Dios no exista. Recomiendan a la ciudadanía que deje  
de preocuparse y que goce de la vida, libre de tal superstición.
Yo que creía que el ateísmo era sacrosanto, y más aún el  
agnosticismo. ¿Es que ya no hay nada sagrado? Ingenuamente pensaba  
que solo las religiones, desde tiempo inmemorial, se habían dedicado  
a la promoción publicitaria de sus presuntas verdades. (Por cierto,  
lo hacen regularmente en los autobuses londinenses, así como en la  
mayor compañía inglesa, propiedad de un evangelista de tomo y lomo).  
Ateos y agnósticos se han abstenido de ello, por lo menos en países  
civilizados. La excepción proviene de regímenes tan deliciosos como  
el que prevaleció en la Unión Soviética, con sus juventudes ateas, o  
la China comunista, donde hasta el confucianismo sufrió los zarpazos  
de la persecución oficial. En países democráticos, los ateos procuran  
persuadir y conversar con quienes no lo son. Puede sorprender que  
caigan en cosa tan vulgar como la mera publicidad. Pero tienen sus  
buenas razones.
Que la cosa mediática se haya inmiscuido en los entresijos del  
respetable ateísmo y, a mi modesto entender, más respetable aún  
agnosticismo, tiene que darnos qué pensar y contra lo que reza (nunca  
mejor dicho, reza) el cauto anuncio en London Transport.
Piensa uno con melancolía en los grandes ateos que en el mundo han  
sido: el gran pensador político, por cierto, inglés, Thomas Hobbes o  
el conmovedor Benito de Spinoza (más panteísta que ateo,  
naturalmente), y se sobrecoge al imaginar qué dirían ellos si vieran  
que sus más racionales creencias, tan bien demostradas con  
transparente lógica, acaban proclamándose --como en una religión  
cualquiera-- en los costados de los vehículos, los muros de los  
edificios y, pronto --¿porqué no?--, en los altavoces de los estadios  
o en los anuncios de la televisión o la radio. El paso ha sido dado ya.
Del universo mediático podía esperarse todo, pero quedaba un rescoldo  
de esperanza entre ingenuos --no pocos de ellos, agnósticos, y hasta  
algún que otro ateo-- de que por lo menos el noble escepticismo -- 
afín a la ciencia, connatural a la filosofía racional, esencial para  
el pensamiento crítico moderno-- no sería proclamado a los cuatro  
vientos bajo pretextos de publicidad pagada. (Los epígonos y secuaces  
del filósofo ateo militante Richard Dawkins reunieron, para empezar  
su campaña, 116.000 libras).

ALGÚN
ASPECTOdel anuncio no resiste el análisis, pero eso poco importa en  
el mundo publicitario. ¿Qué hace suponer a nuestros teoescépticos que  
la eliminación de la creencia en el Todopoderoso produce felicidad?  
No hay pruebas definitivas de que lo uno lleve a lo otro.  
Precisamente, la creencia en un Padre Eterno o Ser Supremo puede  
engendrar consuelo, explicar la vida y ayudar a muchos a resignarse  
ante las desgracias. Bien es cierto que las certidumbres  
sobrenaturales y los dogmas ultraterrenos pueden también fomentar la  
persecución del hereje, el funcionamiento de la Inquisición y las  
matanzas de apóstatas, infieles y otras gentes peligrosas. Lo cual,  
si demuestra algo, es la ambivalencia radical de las creencias  
religiosas. En unos casos fomentan la convivencia, la tolerancia, el  
perdón, la caridad. En otros, muchos, el fanatismo y la persecución.  
Con lo cual, el llamamiento de hacia la felicidad por el ateísmo  
carece de cierto fundamento lógico. Unas veces, sí, y otras, no.
Los anuncios de los teoescépticos expresan una gran ofensiva  
espontánea --no es una conspiración-- que se está produciendo en  
diversos ambientes cultos, sobre todo en el ámbito anglosajón, a  
favor de un ateísmo militante y cientifista. (No necesariamente  
científico, que no es lo mismo). Mientras que en países como el  
nuestro ha predominado más el anticlericalismo que el ateísmo, en  
otros, como los de civilización británica, no ha habido propiamente  
anticlericalismo, aunque sí un ateísmo bien fundado argumentativa y  
filosóficamente.

LOS
150años de la publicación, en 1859, de El origen de las especies, que  
tantas academias del mundo celebran con la debida solemnidad, ha  
venido a enriquecer el debate a causa de que la hipótesis  
sobrenatural creacionista queda eliminada de la fértil hipótesis de  
Charles Darwin. Si los llamados creacionistas y, en especial, los  
abogados de la peregrina teoría del diseño inteligente no se hubieran  
enzarzado en un ataque contra Darwin al tiempo que lo hacían contra  
los ateos y hasta con los agnósticos, hubiéramos salido mejor parados  
de la refriega. Uno no tiene por qué ser darwinista y ateo a la vez  
por lo que a la creación se refiere. Si usted piensa que el big bang  
lo creó algún dios, el problema es de usted, no mío. Pero la  
publicidad confunde, humilla y aumenta la empanada mental del  
ciudadano que, con sus prisas, intenta ir a su trabajo y a lo suyo  
haya o no crisis. Solo faltaba ahora que los ateos publicitarios les  
aguaran la fiesta. ¿No teníamos bastante con la crisis económica y la  
recesión?
Con la publicidad se venden automóviles, prendas íntimas, viajes a  
Cancún, candidatos presidenciales y, naturalmente, religiones varias.  
También, por lo visto, el sagrado escepticismo.

* Presidente del Institut d'Estudis Catalans.



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