[escepticos] Brujos con certificado

Javier Armentia javarm en terra.es
Mie Mayo 7 14:34:07 WEST 2008


Artículo de Ignacio F. Bayo en el Boletín de Noticas de I+D NotiWeb de 
Madri+d:
http://www.madrimasd.org/informacionIdi/analisis/analisis.asp?id=%2034364&sec=17&tipo=g

*Brujos con certificado*
Aquel rey estaba harto de su Merlín particular, el adivino de pacotilla 
que habitaba un torreón del castillo y que durante tanto tiempo había 
guiado sus decisiones y obnubilado la claridad de su mente.

Ciertamente, en ocasiones le había dado la clave del camino a seguir 
(aunque ahora empezaba a sospechar que tan solo había ido dando forma a 
las ideas que el propio rey iba exponiendo), su bola de cristal había 
acertado el derrotero (por más que las indicaciones del rumbo fueran 
vagas), sus pócimas habían sido eficaces contra la enfermedad (salvo 
cuando los dioses habían decidido lo contrario), pero cada vez eran más 
sus desaguisados, sus pronósticos fallidos (hábilmente disimulados, eso 
sí, por la ambigüedad de sus vaticinios) y sus consejos desatinados (que 
él explicaba por maléficas influencias astrales). Decidido pues a 
ponerle en la picota le mandó llamar a su presencia y le espetó con 
sorna: "A ver, astrólogo real, tú que dices poder adentrarte en las 
tinieblas del futuro, ¿eres capaz de adivinar el día de tu propia 
muerte?" El rostro del Merlín de turno se ensombreció como atacado por 
una pesadilla: "¡Ay Majestad!, claro que lo sé. Mi muerte no tendrá 
importancia pero precederá en apenas un día a la vuestra y eso será un 
cataclismo para el reino..." Claro está que, una vez más, salvó el 
pellejo y sumió al monarca en nuevas pesadumbres. Y no solo eso; "por si 
acaso" el rey mandó que fuera tratado con especial mimo por los 
sirvientes, no fuera a ser que algún descuido se lo llevara por delante.

Las cosas no han cambiado mucho desde el supuesto episodio, fechado en 
la crédula Edad Media. Los adivinos siguen campando por sus respetos, se 
anuncian en televisión, disfrutan de amplios huecos en la prensa escrita 
y hablada, abren consultas, asesoran a empresarios, políticos, 
famosillos y ciudadanos de a pie, editan sus propias revistas, inundan 
las estanterías de las librerías y hasta la fecha han conseguido que la 
supuesta racionalidad imperante en el mundo actual, tan científico y 
tecnológico él, no haya hecho mella en su crédito ni en sus tarifas. Sus 
herramientas siguen siendo las de siempre: cartas, astros, sueños, bolas 
de cristal, líneas de la mano, vísceras, números cabalísticos, mediums, 
visiones... y su palabra no ha perdido un ápice de capacidad de 
convicción ni ha ganado ni una brizna de luz; sigue sumergida en la 
ambigüedad y la sugerencia. Y sus clientes permanecen hipnotizados por 
el deslumbrante fogonazo de futuro que les ofrece el hábil Merlin del 
siglo XXI.

Nada ha cambiado. ¿Nada? La labor en pro del uso de la racionalidad que 
las organizaciones escépticas de todo el mundo (personificadas en España 
por la veterana ARP-Sociedad Para el Avance del Pensamiento Crítico y 
por el joven Círculo Escéptico) han venido realizando durante decenios 
apenas ha conseguido erosionar el prestigio de los adivinos. Han crecido 
los agnósticos de estas prácticas, pero también, quizás en mayor número, 
los que se dejan llevar por el "por si acaso" y el "algo habrá". El 
miedo y el deseo de tranquilizarlo llevan a más de uno a caer en las 
garras de estos visionarios.

Pero, como le ocurrió a Al Capone, condenado finalmente por sus 
irregularizades fiscales y contables en lugar de por sus crímenes, el 
bolsillo puede empezar a cambiar las cosas y lograr lo que el 
razonamiento y la argumentación sólidamente fundada no han conseguido. 
La cuestión es simple y llanamente someter esta actividad a los mismos 
controles que se exigen a otras actividades profesionales y comerciales. 
Si un médico se equivoca, un arquitecto yerra en sus cálculos o un 
abogado actúa contra los intereses de sus clientes, deben responder de 
ello y pagar lo que la justicia estime. Y lo mismo ocurre si un tendero 
vende mercancía caducada o una empresa miente al especificar los 
ingredientes de sus productos. Si usted es de los que creen que hay 
personas con poderes especiales, capaces de alertarles de los problemas 
que se les avecinan o anticiparles las buenas nuevas que les han de 
acontecer, acudan a su Merlín favorito, pero, como dice Javier Armentia 
(reconocido escéptico y director del Planetario de Pamplona), pídanle 
que emita su correspondiente factura, soliciten sus vaticinios por 
escrito y... demándenles si no cumplen bien su cometido.

En el Reino Unido la cosa ya se ha puesto en marcha, aprovechando la 
trasposición de la directiva 2005/9/CE sobre consumo y comercio desleal. 
Según informaba hace unos días mi querido colega Luis Alfonso Gámez 
(multado sorprendentemente hace un año por poner en evidencia pública 
las falacias de Juan José Benitez), quienes quieran ejercer los nobles 
oficios de vidente, hechicero, adivino y similares podrán hacerlo 
siempre y cuando demuestren ante un tribunal de justicia la realidad de 
sus poderes sobrenaturales. La medida, lejos de haber sido aceptada como 
un triunfo por los afectados, dado que les otorgará su demandada 
credibilidad (imaginen la publicidad de quienes consigan ser brujos 
acreditados), ha despertado su iracundia. ¿Será que no confían en su 
capacidad para demostrar sus poderes? Lo cierto es que la trasposición 
apenas ha alterado la legislación allí vigente, ya que desde 1951 estaba 
prevista pena de prisión para los adivinos fraudulentos. Pero mientras 
que antes había que demostrar a posteriori (con las dificultades que 
ello entraña) su impostura, ahora son ellos quienes deben demostrar 
previamente su poder sobrenatural.

Según Gámez, el Ministerio de Sanidad y Consumo prepara para este año la 
trasposición de la directiva y está previsto que se incluya 
explícitamente la misma cláusula. Sería deseable también que se 
contemplara la exigencia a los medios de comunicación de un código ético 
que limite la publicidad y los contenidos de este cariz a los realizados 
por brujos debidamente acreditados. Mucho pedir, probablemente, porque 
quien haya de firmar el correspondiente decreto se convertirá en el 
blanco sobre el que se concentren las energías negativas de todos los 
hechiceros. ¿Usted se arriesgaría?


Más información sobre la lista de distribución Escepticos