[escepticos] de Mujerófobos, queers, misóginos y mujerófilos
Francisco Mercader
mercader en franciscomercader.es
Vie Sep 6 10:47:57 WEST 2013
El otro día, al agotarse el hilo de la dichosa convocatoria de la
'veganqueer', me quedó pendiente un comentario; a ver qué piensa la
audiencia.
Por una parte tenemos el tratamiento que, de la mujer, hacen las
culturas islámicas que, aunque ellos digan asegurar el mayor respeto y
protección por la hembra, lo único cierto es que la enfundan, enmudecen
y cosifican, reservando su uso exclusivo para la reproducción, lavar
platos y poco más. Pobre de ella si la pillan conduciendo un coche en
Arabia saudita, por ejemplo y, sobre todo, si la sorprenden exhibiendo
un centímetro de piel a quien no sea su marido (y dueño).
Pero nos venimos a Occidente y para defender a la mujer aparece el
curioso fenómeno del feminismo que, después de recuperar los derechos de
la mujer y dedicarse, de manera legítima, a protegerla de los restos de
machismo que aún quedan en la sociedad, cae en el extremo contrario que,
curiosamente, casi coincide en cierta manera con el de los islámicos
al negar a la mujer la posibilidad de que se utilice su cuerpo
"visibilizándolo como mujer" por usar esa curiosa terminología en
ciertos ambientes.
Todos recordamos a estas Asociaciones cuyos miembros y 'miembras'
saltan como panteras en cualquier ocasión en que aparezca una mujer en
un anuncio o en un cartel luciendo palmito porque "el patriarcado la
utiliza".
Alguna vez he querido indagar a pie de obra y he preguntado a alguna
de mis amigas más combativas en esto del feminismo, "para quién se
maquillaba".
"Para mí misma" me contestaban invariablemente. Muertas antes de
admitir que se arreglaban para los admiradores.
Aunque nunca he respondido, he pensado automáticamente que ese mundo
sofisticado de la carísima perfumería, de los cosméticos para parecer
joven, de la tortura de los zapatos de tacón y de las dietas que hacen
adelgazar hasta el esqueleto, no pueden ser sólo la imposición de una
cultura patriarcal que obligaría a las mujeres a disfrazarse de
floreros para funcionar como objetos decorativos y sexuales. Tiene que
haber, en ese momento de los siete u ocho años en que los sexos empiezan
levemente a diferenciarse físicamente oltro mecanismo igualmente potente
que prepara para los roles sociales y entre ellos, me cuesta trabajo
pensar que no quede también algún resto de los mecanismos de cortejo
que vemos en nuestros animales en el que se incluye la atracción y la
seducción mediante el aspecto.
El esbozo de coqueteo que ya mostraban a esa edad mis hijas al
asomarse al espejo y colocarse un cintajo por la cabeza no podía ser
aprendido porque en casa cuidábamos, quizás exageradamente, de no
insertar roles femeninos con cocinitas y otros juguetes que
considerábamos alienantes.
Como era de esperar, el efecto fue contrario y en cuanto podían, mis
hijas iban por el pasillo vestidas de hadas poniéndose encima todos los
trapos que encontraban.
Esta experiencia y la de ir viendo en mis amigas todo menos incomodidad
al arreglarse para el desfile social, me acabó de convencer que el
'coqueteo' y toda la parafernalia empleada para la exhibición que tanto
alarman a las feministas radicales, son simplemente una parte de la
sana interacción entre sexos.
Al aparecer hace unos días los mensajes en los que aparecían esos
curiosos "queers" y las asociaciones feministas que, para proteger a la
mujer del hombre niegan cualquier uso decorativo o publicitario de su
cuerpo y que, quizas, querrían vestirla como a las pobres chinas de la
época de Mao, con dos trenzas y una gorrilla, pensé que a veces, las
mujeres tienen al verdadero enemigo dentro de casa.
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