Re: [escepticos] Salario mínimo

jm jmbello en mundo-r.com
Dom Mar 17 16:37:52 WET 2013


El día 17 de marzo de 2013 16:37, Carlos Ungil
<carlos.ungil en bluewin.ch> escribió:

> Yo conozco gente sin hipotecas (o con deudas pequeñas). Pensaba que era porque no las habían pedido (o habían pedido poco) pero igual no tiene nada que ver y es casualidad...

Yo, sin ir más lejos. Pero sólo es así porque se en mi caso se dieron,
de pura chiripa, circunstancias favorables:

- Firmé mi correspondiente hipoteca en 1985, al bajísimo interés fijo
de un 15,8% (sí, era un interés ventajosísimo entonces, me dieron
trato de cliente preferente por otra chiripa de la vida que no voy a
contar aquí por no hacer esto más largo) creo que a 15 años, pero no
estoy muy seguro, tal vez fuera a 10. Desde luego a más de 15 no, con
seguridad.

- Muy a comienzos de junio, un par de días antes de morirse mi padre,
entregué una señal al vendedor del piso, con el compromiso de entregar
el resto del precio pactado dos meses y medio después, a mediados de
agosto.

- En el momento de entregar el dinero y firmar la escritura, a
mediados de agosto como dije, el propietario me ofreció dos millones
de pesetas en mano si renunciaba a la compra.

- Dos años después de haber comprado, un piso del mismo edificio, en
todo similar al mío, se vendió al triple del precio que yo había
pagado. Huelga decir que mi salario no había subido una mierda (vamos,
algo sí, pero no sé cuánto, supongo que un 20% como mucho; nada que
ver con el 300% del precio del piso).

- Ahí arrancó el período de elevación continua de los precios. Se
multiplicó cuando menos por 6 desde el momento en que compré yo
(¡joder, qué vidorra me estaría pegando si el salario hubiese subido
con esa razón!).

- No sé lo que habría hecho si se me hubiese pasado ese momento, por
lo que no puedo decir nada acerca de si me habría entrampado o no con
un crédito a 250 años.

- Lo que sí sé es que, años después, me llamaron insistentemente para
que comprase preferentes, asegurándome que era una inversión
maravillosa, rentabilísima y con todas las garantías, y que llamaron a
mi mujer, asimismo insistentemente, a mi mujer, ofreciéndole un
crédito ventajosísimo y la leche en verso, que ni habíamos solicitado
ni solicitamos.

- Y ahí está el segundo factor de suerte: ni mi profana esposa ni un
servidor somos codiciosos. Tengo un montón de defectos, pero ése (si
es que es defecto, no lo sé) no. Ni codicia ni ambición. Mi coche va
para 14 años, lo he maltratado todo lo que se puede maltratar, está
lleno de parches y abolladuras, y pienso seguir con él mientras sea
capaz de arrancar a la quinta y no me deje tirado en la carretera más
de dos veces al año. No quiero un piso mejor que el que tengo: desde
mi casa veo el mar (lo malo es que también veo mi centro de trabajo,
con lo cual tengo un esguince crónico en el codo derecho, conseguido a
base de hacer cortes de manga cada vez que me asomo al balcón, en el
que están reventando los jazmines de forma escandalosa). No quiero
tener una casa en el campo, ni un yate, ni un smoking. Si alguna vez
mi hija encuentra una forma más o menos estable de vivir, me compraré
un bajo eléctrico de los baratos, sólo para ver qué se siente al pisar
sus cuerdas. Reconozco que cuando ofrecieron el crédito estuve a punto
de picar para comprarme un saxo, pero al final pensé que nadie da
duros a cuatro pesetas, que tanta insistencia resultaba mosqueante,
que no iba a tener tiempo para aprender a tocarlo y, sobre todo,
cuando se lo comenté a mi profana, me dijo de inmediato que si andaba
de coña.

Pero si no hubiese comprado el piso en el 85, si me hubiera creído que
esa amable señora me estaba ofreciendo un negocio de la hostia con la
compra de preferentes, si hubiera aceptado el crédito que le ofrecían
a mi mujer, si hubiese tenido ganas de tener una segunda vivienda en
el campo, y si mi mujer no tuviese un eficaz detector de gilipolleces
en su cabecita, a lo mejor hoy estaba afectado por las preferentes,
pillado hasta los huevos por la hipoteca de mi casa o de la casa en el
campo, y en la cola de la casa de empeños con un saxo en la mano.

Es decir, como un huevo de personas que no tuvieron la suerte de haber
pillado las circunstancias con las que me vi favorecido.

Saludos

JM


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