[escepticos] Cristina Cifuentes grave por accidente

[Francisco Mercader]

[José Ángel Morente]
Yo vivo desde hace años con una persona de Bolivia y no se me ocurre en 
qué cuestión tiene menos obligaciones que yo.

[Mercader]
A ver si consigo explicarme sin que me salten al cuello los que están 
esperando  con el exabrupto preparado.
¿No te has preguntado por qué  hace, por ejemplo, treinta años, el 
racismo y la xenofobia eran  más difíciles de localizar en España y hoy 
están subiendo como la espuma?

Tu pareja, con aspecto que seguramente delata su origen americano, 
hubiera sido observada en cualquier sitio, como mucho con curiosidad, 
pero no con animadversión.   Alguna experiencia  desagradable con 
alguien así, corre como la pólvora  entre quienes están dispuestos a 
aceptarlo y fuerza el prejuicio hacia todos los que se parecen a tu 
pareja.  A partir de entonces, cualquier circunstancia administrativa o 
social que parezca favorecerles,  multiplica las alarmas y ya no suele 
haber marcha atrás.    El racismo está latente de manera inevitable 
porque, legítimo o no, democrático o no, injusto o no, se sale del 
ámbito cultural y cae de lleno en los recursos adaptativos de la especie 
como el rechazo a lo que se percibe distinto (aún aceptando lo que se 
explica científicamente sobre la inutilidad de dividir a la especie 
humana en razas) y está esperando el menor estímulo para ser disparado.

¿Cuáles podrían ser esas presuntas ventajas  que, ante una ventanilla, 
parece que benefician a los inmigrantes ante los ojos de los futuros 
racistas?
Efectivamente, es díficil encontrar algo escrito sobre exenciones de 
impuestos, cambio en el orden de preferencias en comedores escolares o 
subvenciones  que favorezcan a los inmigrantes extranjeros pero en la 
práctica existen extraoficialmente, porque  la corrección política  así 
parece exigirlo. ¿Me estoy inventando todo esto?    Da la casualidad de 
que todo mi entorno está relacionado con la sanidad y la enseñanza, así 
que me llegan fuentes de todas las direcciones y, encima, he podido 
presenciar con alguna frecuencia  sucesos que pueden excitar  la 
xenofobia  de quienes están dispuestos a ejercerla. Por ejemplo, atender 
en una ventanilla, antes a un inmigrante  que a un autóctono -o, 
incluso, abrir una ventabilla especialmente- para evitar  otras 
dificultades. ¿El origen? Instrucciones verbales  al personal del 
mostrador por parte de superiores (si quieres te doy en privado nombres, 
apellidos y lugares). Por ejemplo, ocupación de cama en un centro de la 
Seguridad Social de alguien que, evidentemente y por propia 
manifestación, ya  no la necesita pero que está siendo visitada un día y 
otro por  casi una muchedumbre gritona sin que el personal de enfermería 
parezca atreverse a  llamarles la atención. Naturalmente,  son medidas 
difíciles de disimular delante del resto de usuarios que  están atentos 
al menor movimiento delante suyo y ya  tenemos ahí  otro gérmen para la 
xenofobia.

Absolutamente toda le gente que conozo que tiene servicio doméstico, 
comenta que, lo primero que aprenden sus empleados, es a aprovecharse 
abusivamente de la Seguridad Social. Sé muy bien que eso también lo 
hacen los autóctonos pero en los inmigrantes resulta mucho más visible, 
sobre todo cuando no han aprendido a disimularlo o presumen de ello 
delante de sus empleadores. Otra fuente de xenofobia.

[José Ángel Morente]
La última ha sido hace unas semanas en una entidad bancaria que con todo 
desparpajo (...)

[Mercader]
No sirve el ejemplo. Yo hablaba de la Administración que no tiene por 
objetivo el lucro (al menos, en teoría) y tú hablas de un negocio (el 
banco) que quiere protegerse de probables  impagos o morosidades.  Es 
como el "Reservado el derecho de admisión" de algunas discotecas, que 
sólo  buscan evitar la posibilidad de encontronazos entre clientes o 
broncas  que les pueda perjudicar su negocio. Seguramente habrá un par 
de matones impresentables y descerebrados en la puerta del local, pero 
juraría que el origen del problema no ha empezado con ellos.

Y todavía no había empezado a hablar del racismo en sentido contrario, 
que no se detecta en la inmigración sudamericana pero que adquiere 
tintes casi dramáticos en los núcleos norteafricanos de los barrios 
periféricos de ciudades como Tarrasa o Barcelona, que empiezan a 
igualarse con ciudades europeas de Francia, Holanda o Suecia, donde 
empieza a ser problemático para una chica vestida a la europea 
aventurarse a ciertas horas.   Mientras que la inmigración subsahariana 
(los negros, para entendernos) ; se esfuerza en integrarse sin 
dificultades en la sociedad  europea (al menos, hasta donde mi 
información puede alcanzar)  la norteafricana (magrebíes de distinros 
orígenes) parece negarse a la integración y se radicaliza cuanto puede. 
No he entrado nunca en una mezquita, por lo tanto, no sé  de qué se 
habla allí, pero todos los rumores  apuntan a que  se  está difundiendo 
cada vez con más intensidad, la idea de esperar pacientemente  la 
recuperación  de  Al Andalus  que, por si no nos acordamos, empieza 
desde un poco más arriba de los Pirineos.   Sea cierto o no, no habría 
que extrañarse  de que el enterarse de tal rumor, haya hecho emerger la 
idea, justa o injusta,  de que al inmigrante hay que mirarle con recelo.
Para los que enseguida alegarán que me he inventado todo esto, les 
felicito y les deseo que sigan tan felices.
Por si hubiese alguna duda de mi probable racismo, hay grandes 
posibilidades de que mi origen sea judío o árabe (por de pronto, no se 
me calificaría, por mi aspecto, como "ario" en Norteamérica)
 Saludos.
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