Re: [escepticos] Sobre el uso de la icar de los pobres como rehén

Tei oscar.vives en gmail.com
Jue Mayo 24 23:10:37 WEST 2012


2012/5/24 David Revilla <davidrev at gmail.com>:
>
>
> El 24/05/2012 20:56, jm escribió:
>
>> Joder, llevan 2.000 años perfeccionando el soft. Algún bug quedará,
>> pero lo gordo lo han ido resolviendo a base de concilios:-)
>
> En esto me recuerda al ejército. Cuando hice la mili, recuerdo, fuí muy
> consciente de los mecanismos que te aplican para convertirte en parte de una
> estructura superior, un apéndice de la jerarquía que si hace falta morir
> pues se muere y punto. Recuerdo vívidamente, por ejemplo, cuando nos pegaron
> la primera rapada y nos colaron el uniforme, cómo de repente mirabas al de
> al lado y pensabas que esas cosas que te diferenciaban apenas unos minutos
> antes habían desaparecido y te sentías cercano a él, lo que previamente te
> había parecido imposible viendo todo lo que te separaba. Y pense qué joíos,
> pero claro, la de años que llevan puliendo el método, que el primer día ya
> empiezas a sentir tu pertenencia a algo de lo que, pese a ello, sigues
> pensando es una puta mierda enganchada en un palo.
> Y prometo no contar ninguna historia de la mili, válgame el gran fideo.
>

Possi.


postdata:

" Los Nuevos corrieron hasta allí dando voces jubilosas: frente al cráneo se
     sintieron mirados fijamente por la órbitas vacías; permanecieron a unos
     pasos de distancia, silenciosos; después se volvieron y reanudaron su
     necio jolgorio. Hubiera bastado que uno de ellos pasase su mirada del
     esqueleto a mi, que estaba contemplándolo, para darse cuenta de que éramos
     idénticos. Pero nadie lo hizo. Aquellos huesos, aquellos colmillos,
     aquellos miembros exterminadores, hablaban una lengua ahora ilegible, ya
     no decían nada a nadie, salvo aquel vago nombre que había perdido relación
     con las experiencias del presente.
     Yo seguía mirando el esqueleto, el Padre, el Hermano, el igual a mí, Yo
     mismo; reconocía mis miembros descarnados, mis rasgos grabados en la roca,
     todo lo que habíamos sido y ya no éramos, nuestra majestad, nuestras
     culpas, nuestra ruina.
     Ahora aquellos despojos servirían a los Nuevos, distraídos ocupantes del
     planeta, para señalar un punto en el paisaje, seguirían el destino del
     nombre "Dinosaurio" convertido en un sonido opaco sin sentido. No debía
     permitirlo. Todo lo que incumbía a la verdadera naturaleza de los
     Dinosaurios tenía que permanecer oculto. En la noche, mientras los Nuevos
     dormían en torno al esqueleto embanderado, trasladé y sepulté, vértebra
     por vértebra a mi Muerto.
     Por la mañana los Nuevos no encontraron huellas del esqueleto. No se
     preocuparon mucho. Era un nuevo misterio que se añadía a los tantos
     relacionados con los Dinosaurios. Pronto se les borró de la memoria.
     Pero la aparición del esqueleto dejó una huella, en el sentido de que en
     todos ellos la idea de los Dinosaurios quedó unida a la de un triste fin,
     y en las historias que contaban ahora predominaba un acento de
     conmiseración, de pena por nuestros padecimientos. Esta compasión de nada
     me servía. ¿Compasión de qué? Si una especie había tenido jamas una
     evolución plena y rica, un reino largo y feliz, había sido la nuestra. La
     extinción era un epílogo grandioso, digno de nuestro pasado. ¿Qué podían
     entender esos tontos? Cada vez que los oía ponerse sentimentales con los
     pobres Dinosaurios, me daban ganas de tomarles el pelo, de contar
     historias inventadas e inverosímiles. En adelante la verdad sobre los
     Dinosaurios no la comprendería nadie, era un secreto que yo custodiaría
     sólo para mí."
--Italo Calvino (dino)


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ℱin del ℳensaje.


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