RE: [escepticos] Carlos Dívar, ese hombre religioso firme y recto
Miguel Angel
mimartin en cepymearagon.es
Jue Jun 14 23:54:00 WEST 2012
Pues la verdad es que no he entendido muy bien la matáfora, o quizá
metonimia.
Desde luego que yo no veo saludos cordiales en esta lista, en la que casi no
tengo amigos. Pero, por una parte, no vine, hace ya años, a hacer amigos. Y
la verdad, no creo que pienses que me apetezca que se pongan a hablarme de
la multiplicación de los panes y los peces, ni que esa sea la clase de
cordialidad que me place.
Hablo de cosas como el color de las naranjas porque es un tema típico de una
lista de escépticos... de leyendas urbanas, bulos, o falta de cultura
científica en a sociedad. Son temas que tienen una respuesta indiscutible.
El tema Dios...pues no veo la diferencia. ¿Alguno pretende que escepticismo
es llegar a la misma conclusión que ellos, y no el hecho mismo de dudar?
Pues bueno.
El quid de la cuestión, retomando el tema de la cordialidad, es que algunos
pretenden que creer en Dios invalida para hablar de cualquier cosa. Y digo
de cualquier cosa porque cuando alguno lo ha dicho (en concreto uno que me
quiere mucho)lo decía como una categoría general. Es decir, es una
pontificación generalizable a cualquier tema del que yo opine. Era un
argumento de autoridad al revés. "El que cree en Dios no puede opinar de
nada", es una conclusión implícita que sobrevuela el área. Argumento final,
última ratio para casos desesperados.
Y claro, ya me disculparás, pero en el tema intimidación,naranjas (con
etileno) de la China.
Miguel A
-----Mensaje original-----
De: escepticos-bounces en dis.ulpgc.es [mailto:escepticos-bounces en dis.ulpgc.es]
En nombre de Francisco Mercader
Enviado el: miércoles, 13 de junio de 2012 23:08
Para: Lista Escépticos
Asunto: [escepticos] Carlos Dívar, ese hombre religioso firme y recto
[Cepyme]
En cuanto a lo de la lista,sería bueno debatirlo (...)
[Mercader]
Pues yo te tomo la palabra. ¿Por qué estás en esta lista?
Espera... antes de que contestes voy a contar la anécdota de esta tarde
porque puede tener cierta relación.
Esta temporada voy de percusionista de un coro polifónico renacentista
(un poco distinto de un batería de rock) y necesitando ampliar mi
equipo de darbukas, panderos medievales y sonajas, se me ha antojado
comprar unos "tingshas", unos platillos que se utilizaban en esa época.
Lo bueno viene cuando me doy cuenta de que esos chismes no se venden en
tiendas de música sino en tiendas esotéricas y magufas, al lado de
pirámides, cristales de colores, velas de incienso y otros horrores.
Parece . que, al igual que han hecho con los términos "cuántico" y
"holístico" los credulópatas se han apropiado de esos platillitos para
sus conjuros, rituales y aquelarres.
Llegadoa la puerta de una de esas tiendas, he entrado en ella, no sin
antes mirar a mi espalda por si alguien me estaba viendo entrar allí
(casi hubiese preferido que me vieran entrando en un sex shop) y me he
encontrado, como era de esperar, incómodamente rodeado de espantosas
imágenes de dioses malignos que me miraban desde tapices amenazadores
(tan incómodo como un creyente como Dios manda tendría que encontrarse
entrando a la lista de escépticos). Mentalmente iba dispuesto a pelearme
con el dependiente y a no dejarme liar con sus estupideces. La malo es
que he encontrado a un tipo simpático, que no ha puesto ninguna cara
rara cuando le he dicho que no quería los chismes para ningún ritual
sino para el sacrilegio de hacerlos sonar para musiquillas normales. El
caso es que nos hemos puesto a hablar de los cuencos tibetanos y de sus
vibraciones y de sus importaciones de material magufo desde el Nepal
y se me ha ido bajando la guardia, sola. Después de casi una hora he
salido de la,tienda con los cascabeles en el bolsillo, veinte euros
menos en la cartera y el saludo cordial del interfecto, olvidándoseme
mirar a izquierda y derecha por si alguien me veía salir.
Vuelvo, entonces, al tema.
No parece tu caso en esta lista; no veo a muchos que te saluden
cordialmente ni que se pongan a hablar contigo de milagros, profecías
y multiplicación de panes y peces. Tus creencias te colocan a años luz
de cualquier comparación con los procesos mentales de los asistentes a
esta tertulia. Te tiramos con bala y tú te pones a hablar del color de
las naranjas.
Me pregunto que haría yo en esa tienda si el tipo no me hubiese
entretenido con sus historias de artesanos nepalíes y sus propinas a
los aduaneros para pasar su mercancía. Yo no pintaría nada allí.
Por eso repito: Miguel ¿qué haces en esta lista?
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