[escepticos] Imposturas intelectuales

[Francisco Mercader]

Seguro que muchos de vosotros ya lo habéis leído por las referencias que 
en esta lista se dieron hace ya  cantidad de tiempo.  Ya en la 
Universidad me habían llenado la cabeza con Baudrillard, Deleuze y Lacan 
como figuras señeras de la postmodernidad que  debía incorporar 
necesariamente a mi  bagaje intelectual so pena de quedar   marcado  por 
el óxido  de la obsolescencia.  Y, claro;   yo había retrocedido ante 
unos textos incomprensibles  acongojado por mis limitaciones 
intelectuales que no me permitían acceder a tan altas cotas de la 
cultura.
 Luego os leí a vosotros acerca de aquella parodia sobre la 
Hermenéutica Transformativa de la Gravedad Cuántica  que me pareció una 
anécdota divertida pero no terminé  de  relacionar los dos episodios.
Hoy ha caído en mis manos  "Imposturas Intelectuales" en el que se 
destripan, palabra por palabra,  los textos  de aquellos  faros de la 
cultura que se parodiaban en el trabajo de Sokal y al acercarme a esos 
textos con algo más de bagaje, me he quedado sin palabras.  Para los que 
no lo hayan leído todavía, Sokal y Bricmont, utilizando una escritura 
amena y directa, van demostrando la cara dura (bueno; no lo dicen así 
exactamente) de aquellos personajes que, sin el menor rubor, agarran 
términos matemáticos y físicos del rincón más obscuro y los sueltan - 
con fórmulas incluídas- en medio de un razonamiento lingüístico o 
filosófico para intentar relacionarlo  y todo ello inventando nuevas 
acepciones para los términos  y nuevas construcciones gramaticales 
consiguiendo una oscuridad impenetrable.
Nada de  ello  es sorprendente porque ya he visto funcionar ese 
mecanismo, a nivel mucho más pedestre, en los escritos de los teósofos 
que me rodean, gente más sencilla y con menor preparación a los que se 
consigue engañar  sólo con que alguien se ponga un cucurucho en la 
cabeza. También  coinciden al conseguir los mismos efectos: en lugar de 
que tal oscuridad  provoque la indignación de sus lectores, consiguen 
la adoración incondicional; donde hay algo misterioso  e incomprensible, 
debe de haber, sin duda,  algo buenísimo.
Lo que me ha asombrado del todo  es recordar cómo  estafadores (este 
término lo pongo yo)  como Baudrillard, Lacan, Kristeva o Deleuze, 
consiguieron deslumbrar  a una enorme cantidad de intelectuales de los 
60, lo cual me hace temer que nuestra desdichada especie es todavía más 
vulnerable de lo que yo creía.  También puede ser  que no fueran 
estafadores y que sus mentes  expelieran  todo aquello sin mala 
intención, lo cual sigue sin justificar  la  atención que merecieron por 
parte de un significativo porcentaje de la cúpula intelectual del 
momento.
Lo que sí me ha facilitado este libro es la convicción de que la cabeza 
de mucha gente -demasiada- funciona con mecanismos lógicos   que nos 
resultarían inesperados  si consiguiésemos reproducirlos.
Saludos.
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Mis residuos mentales:
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