[escepticos] Funcionarios
maresco
maresco en terra.es
Sab Mar 6 23:55:12 WET 2010
Comparto con la lista un mensaje que me ha llegado con el ruego de que
lo difunda. No suelo hacerlo nunca, pero esta vez, por lo raro (hablan
bien de los funcionarios) hago una excepción.
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Funcionarios públicos y sueldos congelados
En 1956, Dolores Medio escribió “Funcionario público”, novela desgarrada
donde se narran las penurias de Pablo Marín, funcionario atado a un
sueldo mísero que malvivía en un cuartucho junto a su mujer.
Tras las décadas siguientes de desarrollo, la figura del empleado
público casi indigente, trasunto del cesante de novelón galdosiano, fue
poco a poco hundiéndose en el olvido.
Pero en los últimos días, la cloaca política y mediática neoliberal ha
babeado de placer ante los ecos de una posible congelación salarial a
los funcionarios. Sin embargo, nada sería más injusto que pasar la
factura de la crisis a este colectivo.
Así, en los momentos de hervor económico y ladrillazo, un encofrador
podía duplicar el sueldo de un Técnico Superior de la Administración, y
para conseguir que un albañil viniera a casa había, poco menos, que
apuntarse en una lista de espera y cruzar los dedos.
Mientras los funcionarios perdían poder adquisitivo y realizaban
malabarismos contables con el sueldo, miles de paletos de eructo, puti
club y caspa montaban una constructora y juntaban billetes de quinientos
euros como cromos. Legiones de jóvenes abandonaban los estudios y
dejaban sus libros escolares criando polvo mientras se pavoneaban en
coches refulgentes… ¿los funcionarios? Unos “pringaos, hombre, unos
“pringaos”… ¿para qué estudiar?, ¿para qué invertir?, ¿para qué innovar?...
“España va bien”.
Y mientras tantos celebraban sus ganancias entre cubatas, risas, rayas
de coca y “España va bien”, miles de hombres y mujeres habían inmolado
sus mejores años junto a una taza de café cargado, un flexo y un temario
de oposiciones. Con los codos clavados en una mesa, viendo la vida
desfilar a través del claroscuro de un ventanal, a la espera del momento
crucial y temible de los exámenes.
Pues bien, ahora resulta que, según los neoliberales, los efectos de
aquellos excesos han de pagarlos los “privilegiados funcionarios”,
precisamente el colectivo que apenas se benefició del auge económico y
que, por supuesto, no provocó la crisis.
Según ese planteamiento no pidamos cuenta a las entidades bancarias que
prestaron dinero sin las debidas garantías. No pensemos que las
ganancias obscenas de la especulación acabaron en paraísos fiscales. No
indaguemos en ayuntamientos y comunidades que dilapidaron millones
encargando obras absurdas que enriquecieron a empresarios. No, no… todo
esto que lo paguen los funcionarios.
Sí, los funcionarios, aquellos “pringaos” durante los años del falso
esplendor económico. Sí, el juez que sacrificó como poco cinco años en
una oposición terrorífica (aparte de los cinco de carrera) para ganar
menos que muchos fontaneros. Sí, los miles de opositores que hubieron de
recurrir al Lexatín, el policía que se juega la vida por mil quinientos
euros mensuales, el auxiliar que no gana más de novecientos… ¡resulta
que estos han de pagar la crisis y son unos “privilegiados”!
Y todavía el funcionariado español no se ha mentalizado que todas las
ideas de congelación salarial y ataque a lo público responden a la
sobrecogedora ofensiva de la derecha ultraliberal, que ha sustituido a
la derecha “de toda la vida” y que presiona con una fuerza devastadora
acoquinando a muchos gobiernos de izquierda que, contra su sentir, han
de plegarse a estas medidas.
Pero los funcionarios españoles, en una suerte de suicidio colectivo,
votan masivamente a la derecha actual. Y esta derecha neoliberal odia lo
público. La doctrina ultraliberal es muy simple: que unos pocos se
apropien y aprovechen del esfuerzo y trabajo de la mayoría. En la más
genuina línea de Esperanza Aguirre y su entrega de los servicios
públicos a codiciosas manos privadas.
En este sentido, que un funcionario votase a la derecha “de toda la
vida” podía entenderlo, pero que vote a la actual derecha, la
neoliberal, me parece tan esperpéntico como que Emilio Botín se afiliara
al Partido Comunista Revolucionario.
/Gustavo Vidal Manzanares es jurista y escritor
/
http://www.elplural.com/opinion/detail.php?id=43838
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