[escepticos] No lo digo yo: Algo huele a podrido en Farmaindustria
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esceptico3 en yahoo.es
Mie Dic 2 10:40:40 WET 2009
Por si alguien tiene alguna duda sobre si el negocio es o no ético:
http://www.periodistadigital.com/salud/farmacia/2009/11/29/codigo-huele-medico-podrido-regalo-farmaindustria-generico-soborno.shtml
El lobby empresarial financia a escondidas a los periodistas "favorables"
Algo huele a podrido en Farmaindustria
El Código ético prohíbe de forma expresa los obsequios a los médicos
Periodista Digital, 29 de noviembre de 2009 a las 12:43
* Código de la Industria Farmacéutica
> Aquí no estamos hablando de pagos a médicos, sino a periodistas, pero el asunto apesta
>
¿A qué atribuye que España sea uno de los países de la UE donde menos medicamentos gnéricos se usan?
A la presión de grupos empresariales como Farmaindustria Al desconocimiento flagrante del Ministerio de Sanidad A tradiciones heredadas del pasado que hacen a la gente desconfiada A que se tira con dinero del contribuyente y nadie se preocupa
¿Se aplican en España los criterios éticos que operan en EEUU? Da la impresión de que no. Lean y comparen.
Al doctor Thomas Spencer, de la Universidad de Harvard, se le
"olvidó" mencionar que entre 2000 y 2007 cobró un millón de dólares
procedente de compañías farmacéuticas en concepto de asesor y consultor.
Sus colegas Joseph Biederman y Timothy Wilens, psiquiatras como él,
pasaron por alto otros 1,6 millones de dólares cuando, cumpliendo la
ley, tuvieron que hacer una relación de sus posibles conflictos de
intereses.
Y como ha contado The New York Times, a los tres y a la poderosa
industria farmacéutica se les va a caer el pelo. Para empezar, les ha
caído encima el Senado, donde se ha abierto una investigación que
concluirá con un rosario de sanciones.
La razón es muy simple: los Institutos Nacionales de Salud de EEUU
obligan a que se declare cualquier pago superior a 10.000 dólares al
año por asesorar a fabricantes de fármacos.
Y los tres especialistas, que ejercen además en el Hospital General
de Massachusetts, incumplieron reiteradamente las reglas internas de su
universidad y la normativa federal.
Hace ya 18 años que Farmaindustria, el poderoso lobby de los
laboratorios, puso en vigor un detallado Código deontológico, destinado
a imponer "buenas prácticas" en la promoción de los medicamentos.
La propia Farmaindustria explica en el prólogo del texto que el
Código permite asegurar que "la información que se pone a disposición
de los profesionales de la sanidad, en el marco de la promoción de las
especialidades farmacéuticas que prescriben o dispensan, es completa,
inmediata y veraz, todo ello en beneficio, tanto de los intereses de la
Administración Sanitaria como de la propia industria farmacéutica, y en
aras de la protección y mejora de la salud pública".
Entre otras cosas, el Código prohíbe de forma expresa los obsequios
y aportaciones pecuniarias o en especie a los médicos para incentivar
la prescripción de un producto, salvo que se trate de obsequios de poco
valor relacionados con la práctica de la medicina o la farmacia, tales
como utensilios profesionales o de despacho.
También limita las invitaciones a reuniones y congresos, que deberán
tener de forma determinante carácter profesional o científico.
El planteamiento es impecable y sólo merece elogios, pero en el
mundo del medicamento, como en la política o el periodismo, lo
complicado es más sencillo predicar que dar trigo. Dicho en otras
palabras, la cosa se complica para Farmaindustria cuando la patronal
farmacéutica pasa de la poesía a las matemáticas.
¿Es compatible ese draconiano Código, que prohíbe regalar a un
médico algo que valga más de 19 euros, con una política de comunicación
que engrasa con decenas de miles de euros a periodistas y medios de
comunicación "afines"?
¿Está al tanto Jesús Acebillo Marín, presidente de Farmaindustria y
de Novartis de lo que están pagando para gozar de "buena imagen"?
¿Se han preguntado alguna vez vicepresidentes como Javier Ellena
Aramburu (Dista SA), Antoni Esteve Cruella (Esteve), Angel Fernández
García (Schering-Plough), Jorge Gallardo Ballart (Almirall), Manuel
García Garrido (Oehringer Ingelheim), Belén Garijo López (Sanofi
Aventis) o Rafael Juste Sesé (Juste) por qué en esos medios -a los que
se subvenciona tan generosamente- nunca aparece un banner o un spot de
Farmaindustria?
¿Sabe Huberto Arnés, director general de Farmaindustria que desde la
organización que él lidera se promociona eso que los profesionales del
reporterismo llaman "periodismo sobrecogedor"?
El que la publicidad sea intencionalmente "invisible" y se reparta
siguiendo criterios que poco o nada tienen que ver con difusión
contrastada por OJD/Nielsen o con los criterios que habitualmente rigen
la asignación de campañas, resulta como poco sorprendente.
Se comprende que, en un mercado regulado y donde el principal
cliente es la Administración, se recurra a los medios de comunicación
para hacer llegar mensajes positivos a la opinión pública y para
granjearse el beneplácito del Gobierno de turno, pero hacerlo a
escondidas no parece muy ético.
No es previsible que el Parlamento español abra una investigación,
como la que les ha montado el Senado norteamericano a los doctores
Spencer Biederman y Wilens, porque aquí no estamos hablando de pagos a
médicos, sino periodistas, pero el asunto apesta.
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