[escepticos] La guerra civil y el revisionismo,
cuestiones deescala
Miguel Martínez Estremera
mimartin en cepymearagon.es
Mar Sep 2 10:58:48 WEST 2008
El 02/09/2008, a las 9:57, <david en puntoque.net> <david en puntoque.net>
escribió:
> ¿Y quién niega que los moderados se vieran desbordados por los
> extremistas? La diferencia es que Miguel culpabiliza de ese hecho
> por igual a todos, cuando la toma del poder por parte de loos
> radicales ocurrió DESPUÉS del estallido de la guerra. Osea, cuando
> los radicales de extrema derecha tomaron el mando del ejército, una
> de las instituciones del estado, no lo olvidemos, y la vaciaron de
> contenido al traicionar la legitimidad democrática, fue cuando las
> organizaciones más extremistas, que precisamente por no creer en el
> estado sostenían organizaciones paralelas tuvieron el camino
> allanado para conseguir cotas de poder.
> Poner el ventilador para repatir la mierda es una táctica rastrera
> como ella sola, y terminas culpabilizando a las víctimas de su
> propia desgracia.
>
> En cuanto al nivel de mis post estoy seguro de que un historiador
> "comme il faut" podría hacerlas mil veces mejor, pero dudo mucho de
> que llegase a conclusiones diferentes en su esencia. Desde luego no
> llegaría a las conclusiones de Pio Moa, como Miguel.
Sí, mil veces mejor. Tú sí que eres un historiador tipo Pío Moa. Me
acusas de apoyar a los golpistas sólo porque mostraba que también
había golpistas en el otro bando(1).Para tí, al parecer, no había
moderados en la derecha. Enfin, derecha= golpista, aunque esa
ecuación la han mostrado otros más bien que tú , cierto es. Que los
golpistas de Franco se justificaran en que había golpistas en el otro
bando (2) no les justifica en absoluto.
La toma del poder por los radicales en el bando republicano tras la
sublevacion franquista no fue porque no lo hubieran intentado antes.
Si hubieran sido mayoría, lo hubieran conseguido.Pro antes ya lo
consiguieron. La cuestión es que la mayoría no quería golpes/
revoluciones, pero las minorías, como dice Juan, se impusieron (3):
«Vivimos en período revolucionario y es preciso que no se nos venga
con empachos de legalidad, de la que ya estamos hartos desde el 14 de
abril. La legalidad la impone el pueblo, que pedía el 16 de febrero
la ejecución de sus asesinos. La República tiene que dar satisfacción
a las necesidades del pueblo, y si no lo hace, el pueblo los
arrollará e impondrá su voluntad» ( La Pasionaria, reseña de El
Soicalista del mitin del 1-3-36)
«Lo que predominaba en el ánimo de las gentes era que si Gil Robles
entraba en el Gobierno, la clase trabajadora formularía una enérgica
protesta. Esto último lo conocía el jefe de prensa de la Presidencia,
Emilio Herrero. Esperábamos con ansiedad la salida de los periódicos
para conocer la información política. El 2 o 3 de octubre apareció el
fatídico decreto nombrando a don José María Gil Robles ministro de la
Guerra. La suerte estaba echada. Había que jugar la partida (frase de
Largo Caballero sobre el golpe de Asturias)
«Me declaro culpable ante mi conciencia, ante el Partido Socialista y
ante España entera, de mi participación en aquel movimiento
revolucionario. Lo declaro, como culpa, como pecado, no como gloria.
Estoy exento de responsabilidad en la génesis de aquel movimiento,
pero la tengo plena en su preparación y desarrollo. Por mandato de la
minoría socialista, hube yo de anunciarlo sin rebozo desde mi escaño
del Parlamento. Por indicaciones, hube de trazar en el Teatro
Pardiñas, el 3 de febrero de 1934, en una conferencia que organizó la
Juventud Socialista, lo que creí que debía ser el programa del
movimiento. (Prieto, 1-5-42, Méjico)
Todo esto, demuestra, que tu mundo de buenos y malos, de ángeles y
demosniso, es una creación fabulosa, y aunque tú eres más respetuoso
formalmente conmigo, los insultos de otros ante su carencia de
rgumentos de muestran ignorancia culpable.
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Según Gabriel Jackson, que es más bien de izquierdas:
(1)«Los comunistas y los anarquistas no habían tenido nunca muchas
esperanzas en la República 'burguesa' de 1931, y gran parte del
Partido Socialista y de la Unión General de Trabajadores había
empezado a vindicar la revolución tras perder las elecciones de
septiembre de 1933 [...]. La misión de los socialistas era
prepararse, mediante la educación, la disciplina y la conciencia de
clase, para una futura revolución que acabaría por la fuerza con el
sistema de propiedad burguesa y las relaciones de explotación entre
la burguesía y la clase obrera.»
(2) «Al fascio no se le amansa con músicas; para amansarle hace falta
un fusil... Ir preparándose sin cesar para ir a la montería a dar la
batida a todas las fieras, al régimen capitalista. Pero ya sabéis
cómo." Ramón González Peña, octubre 1934
(3) «A pesar de los refuerzos sindicalistas, el Frente Popular
obtenía solamente poco más, muy poco, de 200 actas, en un Parlamento
de 473 diputados. Resultó la minoría más importante, pero la mayoría
absoluta se le escapaba. Sin embargo, logró conquistarla consumiendo
dos etapas a toda velocidad, violando todos los escrúpulos de
legalidad y de conciencia.
Primera etapa: Desde el día 17 de febrero, incluso desde la noche del
16, el Frente Popular, sin esperar el fin del recuento del escrutinio
y la proclamación los resultados, la que debería haber tenido lugar
ante las Juntas Provinciales del Censo en el jueves 20, desencadenó
en la calle la ofensiva del desorden, reclamó el Poder por medio de
la violencia. Crisis: algunos Gobernadores Civiles dimitieron. A
instigación de dirigentes irresponsables, la muchedumbre se apoderó
de documentos electorales: en muchas localidades los resultados
pudieron ser falsificados.
Segunda etapa: Conquistada la mayoría de este modo, fue fácil hacerla
aplastante. Reforzada con una extraña alianza con los reaccionarios
vascos, el Frente Popular eligió la Comisión de validez de las actas
parlamentarias, la que procedió de una manera arbitraria. Se anularon
todas las actas de ciertas provincias donde la oposición resultó
victoriosa; se proclamaron diputados a candidatos amigos vencidos. Se
expulsaron de las Cortes a varios diputados de las minorías. No se
trataba solamente de una ciega pasión sectaria; hacer de la Cámara
una convención, aplastar a la oposición y sujetar al grupo menos
exaltado del Frente Popular. Desde el momento en que la mayoría de
izquierdas pudiera prescindir de él, este grupo no era sino el
juguete de las peores locuras.
Fue así que las Cortes prepararon dos golpes de estado
parlamentarios. Con el primero, se declararon a sí mismas
indisolubles durante la duración del mandato presidencial. Con el
segundo, me revocaron. El último obstáculo estaba descartado en el
camino de la anarquía y de todas las violencias de la guerra
civil» (Artículo de Alcalá Zamora en el Journal de Geneve después de
la Guerra, )
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