[escepticos] Leche : las cosas que los fabricantes no dicen.... de
calcio, nada de nada.
Eduardo Gallo
nosiquizasono en hotmail.com
Mar Abr 8 10:18:54 WEST 2008
Menos mal que ya empieza a haber más voces que dicen que el calcio de la leche (que se elimina en su mayoría por la orina) no sirve para nada en cuestiones óseas / osteoporosis.Amén de lo que se expresa más abajo sobre alergias varias, mucosidad y lo que yo añadía de antibióticos/pus y hormonas incluidas gratis en el mismo lote.
Como cosas ALUCINANTES, os extracto estas:
En 1997 se publicaron en el American Journal of Public Health
los resultados del análisis de 77.761 mujeres de entre 34 y 59 años
elaborado durante 12 años consecutivos. El estudio examinó si la mayor
ingesta de leche y/o otros alimentos ricos en calcio durante la edad
adulta puede reducir el riesgo de fracturas. No encontraron pruebas que
asociaran una mayor ingesta de calcio de la leche, de los lácteos o de
la dieta total, con una reducción del riesgo de fractura de cadera o
antebrazo. [nota: obsérvese que no son cosas de paranoico...a menos que la AJPH sean paranóicos, cosa que yo desconozco :) ] Todo apunta a que el consumo de lácteos, a partir
de cierta edad, no ayuda a fortalecer los huesos.... A PARTIR DE "CIERTA" EDAD?? qué significa esto? dos meses? un año? nunca? Los estudios que tratan de asociar el consumo de leche con el
desarrollo de diversas patologías, como cáncer de próstata, ovarios y
mama, son cuantiosos y polémicos.... vaya, parecía que la leche era (según Leche Pascual -con chocolate-) lo más sano del mundo... y ahora puedes:Tener cáncerDescalcificarteAlergias variastomar hormonasantibioticospus de vacaetc (por venir)Entonces... hay que mirar como sucios hippies a los que no tomamos leche? o bien mirar como sucios capitalistas a los que se enriquecen con ella? Um.. quizás mejor el término medio.
Link: http://revista.consumer.es/web/es/20080401/alimentacion/72431.php
El articulo viene a continuación:
La comunidad científica sigue sin ponerse de acuerdo sobre la idoneidad o no de consumir leche durante toda la vida
Es
uno de los eternos debates en la alimentación: las ventajas o los
inconvenientes de tomar o no tomar leche durante toda la vida. Por el
momento hay tantas respuestas como preguntas. Y nadie posee la razón
absoluta. La evidencia de la alergia a la leche, los numerosos casos de
intolerancia a la lactosa (azúcar de la leche), y la disyuntiva del
exceso de mucosidad relacionado con el consumo de lácteos en general y
de leche en particular, son temas que avivan el debate sobre la
idoneidad de su consumo. A estas cuestiones se unen otras más
polémicas, en muchos casos sin la evidencia suficiente como para
extraer conclusiones contundentes. Las investigaciones que tratan de
asociar el consumo de leche con el desarrollo de diversas patologías,
entre ellas distintos tipos de cáncer -próstata, ovarios o mama-, son
tan numerosas como controvertidas. También lo son las que tratan de
justificar el mayor consumo de lácteos en la edad adulta para prevenir
o tratar las fracturas óseas o la osteoporosis. La leche no es
imprescindible, como no lo es ningún alimento concreto. Sin embargo, la
cultura que prevalece en muchos países, entre ellos España, en torno a
la leche y sus derivados justifica que sea defendible su consumo
racionado dentro del concepto de una dieta saludable equilibrada. Las
cualidades nutritivas de este alimento, en cualquier caso, son
indiscutibles. El dilema del calcio
La leche contiene nutrientes básicos para el correcto crecimiento de
niños y adolescentes, para la formación y fortalecimiento de huesos y
dientes. Además del calcio (mayor constituyente de la masa ósea), tiene
otros nutrientes, como vitamina D, lactosa y una adecuada proporción de
fósforo, que favorecen la absorción de calcio en el organismo y su
fijación y acumulación en la masa ósea. Dado que la leche es un
alimento típico de nuestra gastronomía, se considera un vehículo
excelente para la nutrición infantil. A los 25 años de edad,
el hueso deja de crecer y entre los 30 y 35 años la masa ósea comienza
a decrecer. Dicho esto, hay que tener en cuenta que mantener un nivel
de calcio adecuado -el pico de masa ósea, es decir, la reserva de
calcio en los huesos- sirve para compensar las futuras pérdidas. No
obstante, la creencia de los beneficios de consumir en mayor medida
lácteos durante la madurez, en particular las mujeres, para prevenir
fracturas o la osteoporosis no está justificada porque no resulta
efectiva. Así se constata en el mayor estudio prospectivo a nivel
mundial, el Nurses 'Health Study'. En 1997 se publicaron en el American Journal of Public Health
los resultados del análisis de 77.761 mujeres de entre 34 y 59 años
elaborado durante 12 años consecutivos. El estudio examinó si la mayor
ingesta de leche y/o otros alimentos ricos en calcio durante la edad
adulta puede reducir el riesgo de fracturas. No encontraron pruebas que
asociaran una mayor ingesta de calcio de la leche, de los lácteos o de
la dieta total, con una reducción del riesgo de fractura de cadera o
antebrazo. Todo apunta a que el consumo de lácteos, a partir
de cierta edad, no ayuda a fortalecer los huesos. El riesgo de
fracturas o de osteoporosis es menor si se mejoran las condiciones de
absorción intestinal del mineral y se eliminan los factores que
producen pérdidas de calcio de los huesos. La clave parece residir en
la reducción del consumo de sodio y de proteínas animales de la dieta,
cuyo exceso se asocia a descalcificación ósea; aumentar el consumo de
vegetales -hortalizas de hojas verdes, frutos secos y legumbres,
también ricos en calcio-, y practicar ejercicio. Superar la alergia
La leche, el primer alimento que el niño recibe en cantidades
importantes, también es uno de los primeros antígenos (sustancia que
genera anticuerpos) con los que el organismo humano entra en contacto.
No es extraño que sea uno de los alimentos que más reacciones alérgicas
causa en la infancia. En España, la incidencia de alergia a las
proteínas de la leche de vaca en el lactante se mueve entre el 0,4% y
el 1,9%.
La alergia a la leche de vaca se puede superar a edades tempranas
El niño alérgico debe seguir una dieta estricta
prescindiendo de la leche de vaca, sus derivados (mantequilla, nata,
yogur, queso, cuajada) y todos los productos en los que se usa como
ingrediente (flan, natillas, arroz con leche, algunos caramelos).
También ha de descartar los productos que incluyan entre sus
ingredientes proteínas de leche de vaca, que pueden aparecer bajo
diversas denominaciones (caseinato de sodio, de calcio, de potasio, de
magnesio, hidrolizado proteico, caseína, suero láctico, H4511, H4512,
lactoalbúmina, lactoglobulina, e incluso lactosa, que podría estar
contaminada con proteínas alergénicas). No obstante, las
últimas investigaciones sostienen que la alergia a las proteínas de la
leche de vaca se puede superar a edades tempranas. El comité de alergia
a los alimentos de la Sociedad Española de Inmunología Clínica y
Alergia Pediátrica (SEICAP) propone una pauta que se ha demostrado
segura. El niño recibe dosis controladas de leche de vaca que aumentan
de forma progresiva (2 ml, 5 ml, 10 ml, 25 ml, 50 ml, 100 ml, y 150 ml)
a intervalos de 60 minutos, y siempre bajo supervisión médica, durante
1, 2 ó 3 días. Si el menor no muestra ningún tipo de reacción clínica,
se le sigue aportando proteínas lácteas a diario durante los 15 días
posteriores a la prueba de tolerancia. Pasado ese tiempo, si no ha
sufrido reacción alérgica, se puede considera que el niño ya tolera las
proteínas de leche de vaca. Intolerancia a la lactosa
Se trata de un trastorno generalizado en todo el mundo. Se estima que
el 70% de la población mundial tiene hipolactasia o bajos niveles de
lactasa, la enzima del intestino delgado capaz de digerir la lactosa.
La disminución de lactasa suele darse durante la infancia, aunque
también puede suceder más tarde, en la adolescencia. La tasa de pérdida
de actividad de la lactasa también varía en función de la etnia. Esto
explica que la intolerancia a la lactosa se manifieste aproximadamente
en el 10% de la población europea, el 90% de la asiática y en más del
65% de la población africana. La deficiencia de lactasa está
determinada por la genética. El gen de la lactasa ha sido identificado
de forma reciente, lo que genera expectativas para la curación en un
futuro no muy lejano de este trastorno. El Departamento de Gastroenterología de la institución Guy's and St Thomas' NHS Foundation Trust
de Londres (Reino Unido) ha publicado el pasado mes de enero en la
revista Alimentary Pharmacology & Therapeutics una revisión sobre
numerosos estudios clínicos acerca de la intolerancia a la lactosa. La
conclusión más relevante a las que ha llegado es que algunas personas
con esta intolerancia -aunque no todas- pueden consumir leche y
productos lácteos (en particular fermentados como el yogur y el queso)
sin desarrollar los síntomas. Esto sucede cuando la ingesta de
lactosa se limita a 12 gramos al día (el equivalente a 240 ml de leche)
repartida a lo largo del día (cereales con leche, cortado, té con
leche, u otros). No obstante, se estima que gran parte de las personas
que creen ser intolerantes a la lactosa no tienen problemas para
digerir tal azúcar, un indicador de que los síntomas digestivos que
padecen son de otra índole, por lo que muchas personas están limitando
su dieta sin que sea necesario. ¿Exceso de mucosidad?
La asociación del consumo de la leche de vaca con el exceso de
mucosidad o con el asma infantil sigue siendo objeto de debate. Según
una revisión reciente protagonizada por la Unidad de Alergología del
Departamento de Dermatología del Hospital Universitario B.W en Zurich
(Suiza) y publicada en 2005 en el Journal of the American College of Nutrition, no hay pruebas firmes que expliquen el mecanismo por el que aumenta la mucosidad tras el consumo de leche o de lácteos.
Tras analizar diferentes investigaciones, los expertos vinculan a un
proceso de sugestión de las personas afectadas la sensación de que el
consumo de lácteos les produce mayor mucosidad. Se ha comprobado en
distintos estudios que las personas que están convencidas de la
asociación entre leche y mucosidad muestran más síntomas respiratorios.
Es posible que la mezcla de una emulsión, como la leche con la
saliva, pueda explicar en parte esa sensación, ya que no se han
encontrado cambios significativos en la función pulmonar y respiratoria
antes y después de tomar leche o lácteos. Por tanto, las personas con
asma o con problemas respiratorios que evitan los lácteos tendrán que
compensar con otros alimentos la posible falta de nutrientes que
aportan estos alimentos. Asociaciones polémicas
Los estudios que tratan de asociar el consumo de leche con el
desarrollo de diversas patologías, como cáncer de próstata, ovarios y
mama, son cuantiosos y polémicos.
La intolerancia a la lactosa varía de forma notable en función de la etnia
Algunas investigaciones asocian el desarrollo de
cáncer de próstata al consumo excesivo de lácteos, mientras que en
otras, a pesar de no estar implicadas, se observa una asociación entre
el exceso de calcio en el organismo y la mayor probabilidad de cáncer
de próstata, con independencia del origen dietético del mineral (sea de
leche, lácteos u otros alimentos ricos en calcio). A la luz de esta
controversia, los especialistas están de acuerdo en que son necesarios
más estudios epidemiológicos que ayuden a dilucidar tales cuestiones.
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