[escepticos] ** Terapias naturales y Generalitat: ES imparable

Miguel Martínez mimartin en cepymearagon.es
Vie Feb 2 08:27:37 WET 2007


Hoy publica el Periódico de Catalunya un artículo sobre las terapias esas.
Al menos dice que sus base científicas están por demostrar
Miguel A
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El decreto de terapias naturales
. Hay que asegurar unos mínimos a los usuarios de estos servicios y a los 
profesionales del sector
PERE Puigdomènech*
El Gobierno de la Generalitat de Catalunya aprobó en su última reunión un 
decreto por el que se regulan las condiciones para el ejercicio de 
determinadas terapias naturales. En el decreto se definen estas terapias, se 
establecen unos requisitos para estas actividades, se fija quién las puede 
practicar y se determinan unos registros y unos controles. Parece razonable 
que, en el ejercicio de las competencias que tiene el Govern, se dicten unas 
normas para establecer un marco para unas actividades a las que acude un 
número creciente de personas, como reconoce el preámbulo del decreto. El 
dilema que se presenta es, por una parte, el reconocimiento del derecho de 
cualquier ciudadano a decidir qué quiere hacer con su salud, y, por otra, la 
confusión que se puede crear al reconocer unas prácticas cuya base 
científica está aún por demostrar.

LA JUSTIFICACIÓN de una regulación de este tipo se puede buscar en la 
necesidad de asegurar unos mínimos a sus posibles usuarios. De hecho, la 
conselleria cita datos de que un porcentaje importante de pacientes crónicos 
(hasta un 67%, según el Col.legi de Farmacèutics) utiliza alguna de estas 
terapias, en las que halla un consuelo que tal vez no le da la medicina. 
También hay una demanda de quienes las practican para que se les reconozca 
dentro de su especialidad, y, asimismo, para la Administración es útil 
regular unas prácticas que hacen que un número de posibles pacientes no 
acudan a los centros de salud pública, ya bastante saturados.
Otro de los aspectos que parece que se quieren tener en cuenta es la 
situación de Europa. Esta cuestión será compleja, porque las tradiciones son 
muy diferentes en los distintos países. Hay lugares, como Francia, en los 
que la homeopatía está muy extendida y la acupuntura, aceptada, pero porque 
son prácticas incluidas en el ámbito de la medicina y practicadas por 
médicos. En Alemania hay una larga tradición de practicantes no médicos, 
mientras que en la tradición anglosajona se deja libertad a cualquier 
práctica mientras no se pretenda actuar como médico. No está claro que la 
solución propuesta en Catalunya pudiera ser aceptada en otros países, y su 
desarrollo no será fácil: las terapias que se describen son unas concretas, 
definidas con unos conceptos bastante confusos.
En el preámbulo y en el articulado del decreto se establece un número de 
prácticas basadas, según se dice, en "la existencia de diferentes maneras de 
entender la persona, el diagnóstico, la enfermedad y el tratamiento, 
relacionadas con la tradición de las diferentes culturas". Como consecuencia 
de estas diferencias parece que sea necesario definir dos medicinas: una 
oficial, convencional o alopática, y otra basada en las terapias naturales. 
La dificultad está en que la medicina, con adjetivos o sin ellos, aplica 
cualquier práctica que esté apoyada por unos datos y una experiencia 
contrastados. No hay duda de que el personal sanitario utilizará cualquier 
procedimiento que tenga a su alcance si cree que es lo que más conviene al 
paciente y si presenta unas garantías de utilidad. Prácticas como la 
homeopatía han sido sometidas reiteradamente a escrutinio sobre su eficacia 
con unos resultados sistemáticamente negativos.
La medicina tradicional china está en su país en un proceso de 
identificación con aquellas prácticas en las que se puede reconocer una 
eficacia terapéutica que permite utilizarlas y exportarlas con una cierta 
base. Por lo tanto, no hay una medicina oficial y otra alternativa, sino un 
conjunto de prácticas destinadas a prevenir, diagnosticar y restablecer 
nuestro estado de salud a las que llamamos medicina. De hecho, querríamos 
que nuestra medicina progresara cada vez más en la identificación de los 
fármacos realmente eficaces y de las prácticas que han dado pruebas de ser 
los mejores tratamientos posibles. Si es así, nos podemos preguntar qué 
función ocupan en nuestro sistema de salud unas prácticas que no tienen 
estos requerimientos.

EL COMITÉ de Bioética de Catalunya publicó en el 2002 unas recomendaciones 
sobre los aspectos relacionados con las terapias no convencionales. En ellas 
se destaca la necesidad de armonizar la formación con lo que se hace en 
Europa, se pide que se ofrezca a los individuos la información sobre el 
riesgo directo o indirecto que tienen estas prácticas y se propone una 
autorregulación de las mismas a través de un código de ética o conducta, con 
el compromiso formal de no interferir en la práctica médica, "sobre todo en 
lo tocante a retrasar el acceso de los pacientes a un diagnóstico y a un 
tratamiento precoces".
De hecho, este es un punto por el que el decreto pasa de puntillas. En 
nuestras sociedades democráticas, la autonomía de las personas para escoger 
un tipo de práctica que cree que beneficiará a su salud es respetada en 
todos los casos. Pero también queremos que las autoridades que elegimos 
velen por que la decisión personal se adopte sobre la base de una 
información completa y rigurosa. Si una práctica ofrece la curación de 
alguna dolencia, esta tiene que estar apoyada en datos contrastados y, sobre 
todo, no ha de alejar a los pacientes de aquellos procedimientos que han 
demostrado su eficacia, sean convencionales o como quiera que les llamemos. 



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