[escepticos] Hostias homologadas

Francisco Colomer f.colomer en oan.es
Mar Abr 3 08:36:34 WEST 2007


El Lunes 02 Abril 2007 10:44, Moreno escribió:
> Han cerrado la iglesia de San Carlos Borromeo en Entrevías (Madrid).
> Parece que admitían en misa a ateos (!) y musulmanes y daban rosquillas
> en la eucaristía.
> http://tinyurl.com/2tetrf

Con el título MAYO, "MES DE LAS PRIMERAS COMUNIONES", el boletín de la 
Asociación de Celiacos de Madrid reproduce un artículo de El Mundo publica la 
opinión de dos sacerdotes, uno de los cuales es Javi Baeza, de la iglesia de 
San Carlos Borromeo. Reproduzco:

"
COMUNIÓN PARA CELÍACOS.

Laura Patón, una niña celíaca de ocho años, no podrá hacer la Comunión como el 
resto de sus compañeras, después de haber acudido durante dos años a la 
catequesis, porque el párroco de Santa Cruz de Múdela (Ciudad Real) se niega 
a darle una hostia alternativa de maíz.

EL MUNDO ha pedido a dos sacerdotes de distinta sensibilidad, que representan 
dos corrientes de pensamiento dentro de la Iglesia, que se pronuncien, en un 
intento de arrojar algo de luz sobre un problema -el de comulgar siendo 
celíaco-,que afecta a decenas de miles de españoles.

A FAVOR

Hay dos términos que a mi entender cruzan de manera transversal todo el 
Evangelio: compartir y participar de la fiesta de la vida. Cuando los 
creyentes nos convocamos en torno a una mesa para celebrar esa vida que 
vivimos o por la que luchamos, no podemos por menos que tener estos dos 
pilares fundamentales de la propuesta del Dios de Jesús sobre nuestro 
horizonte. Cuando, además, en la mesa de nuestras asambleas dominicales
nos convocamos cristianos, musulmanes, parejas de hecho, divorciados, ex 
presidiarios, magistrados, putas, homosexuales, políticos, sanos, 
enfermos.... nuestro reto,domingo a domingo, es celebrar la vida que 
compartimos día a día en torno a la fiesta de la comunión. Habiendo una 
realidad científicamente comprobada, el malestar que causa la ingestión de 
gluten a algunas personas, mayores y menores, no entiendo las razones del por 
qué no poder utilizar otra materia con la que significar que compartimos el
cuerpo de Cristo y bebemos su sangre. Nuestra celebración dominical ha ido 
transformándose de diferentes maneras a lo largo de estos años: homilías 
compartidas, alivio de ropajes litúrgicos diferenciadores de quienes 
compartimos la misma celebración, símbolos exiguos que no despisten...
todo por encontrarnos y convocarnos en torno al Evangelio. También en la 
comunión hemos ido descubriendo, juntos, cómo la expresión de esa fiesta 
compartida no tiene por qué pasar necesariamente por expresarla con las 
obleas al uso en la mayoría de las celebraciones litúrgicas. En este 
contexto, la materia es un instrumento que no puede atar a la vida de
Dios y de su Espíritu. Entiendo, por tanto, que la comunión eucarística
bajo cualquier materia es válida siempre y cuando -con el debido respeto- sea 
la expresión de las realidades concretas de una determinada comunidad;
así los símbolos litúrgicos serán diferentes allá donde no se conozca o haya 
dificultad de acceso a la harina, o donde el canto gregoriano sea más una 
diversión estético gozosa que la expresión vital cantada de determinada 
comunidad, o donde un pueblo reunido no sabe expresar lo mejor de sí, si no
es a través del baile y la danza. Por tanto, ¿cómo se puede pretender 
anteponer la materia del símbolo al significado del mismo, sea cual sea la 
materia?; ¿es éste el banquete de la fraternidad y de la inclusión que Jesús 
quería?; ¿cómo podemos provocar a los niños -especialmente en las llamadas 
primeras comuniones y subsiguientesa participar de la eucaristía y a entender 
el sentido de la comunión si usamos símbolos que excluyen a algunos y les 
obligan a comulgar sólo vino? De verdad, no acabo de entender por qué algunos
hombres que se autodenominan pastores de la Iglesia siguen tan aferrados a la 
materia, pasando por encima de las realidades personales y las posibilidades
de éstas de celebrar la fiesta del compartir que hacemos los creyentes en la 
asamblea dominical. La presencia de Jesús no está en las materias sino
en lo que significamos con lo mejor de nuestra propia vida. Por esto, si la 
misa es el momento privilegiado de encuentro de la comunidad y, la comunión,
expresión de ese encuentro, debemos reivindicar que esa reunión sea una 
celebración de la vida, de la vida de cada uno de nosotros, desde nuestra 
realidad personal, buscando aquello que nos posibilita la celebración, 
poniendo por encima de la materia las infinitas posibilidades de la vida y
no quedando ligado a meras formalidades, sobre todo si este nuevo código de 
pureza se utiliza contra los más vulnerables preferidos de Jesús y su
Iglesia. 

Javi Baeza.
Párroco de San Carlos Borromeo. Madrid.


EN CONTRA

La Iglesia es madre. Nada le complace más que facilitar la vida sacramental y 
eucarística de sus hijos. Un niño o una niña que padece la enfermedad celíaca
no tiene ninguna culpa. No va, por tanto, a ser penalizado por la Iglesia a la 
hora de acceder a la comunión. Pero la Iglesia se sabe también limitada por 
la voluntad de su Fundador. La Iglesia no es dueña de 6 los sacramentos, sino 
que los sacramentos los recibe de Jesucristo, sin que pueda disponer 
libremente de lo que atañe a su sustancia, a los elementos esenciales de los 
mismos. La Iglesia no puede bautizar con arena, sino sólo con agua. No puede 
ungir a los enfermos con vinagre, sino con aceite. No puede, tampoco, 
confeccionar el sacramento eucarístico más que con pan y con vino. Desde 
siempre, la Iglesia ha celebrado la eucaristía con pan de trigo. ¿Significa 
eso que se discrimina a los celíacos? Yo creo que, en absoluto, se puede 
pensar eso. La Comisión Episcopal de la Liturgia de la Conferencia Episcopal 
Española publicaba, ya en 2003, una Nota sobre la comunión de los celíacos, 
en la que se establecían tres medidas prácticas muy concretas: 
1a) Que se facilite al celíaco la Comunión bajo la sola especie del vino.
2a) Que se disponga un segundo cáliz en el que la única materia consagrada 
haya sido el vino, y sobre el cual no se haya realizado la partición ni
la intinción del pan eucarístico.
3a) Que la comunión bajo la especie del vino se distribuya de tal manera que 
el enfermo se sienta respetado y apreciado.
Por su parte, la Congregación para la Doctrina de la Fe disponía, también en 
2003, que «el fiel celíaco que no pueda recibir la comunión bajo la especia
del pan, incluido el pan con una mínima cantidad de gluten, puede comulgar 
bajo la sola especie del vino». La FACE (Federación de Asociaciones de 
Celiacos de España) manifestaba, entonces, su conformidad con la Nota de la 
Conferencia Episcopal: «Percibimos por parte de la Iglesia una sensibilidad 
muy positiva hacia los cristianos celíacos». Ojalá que este entendimiento 
siga imperando en el futuro. 

Guillermo Juan Morado.
Dtor. en Teología. Vicario
Parroquial de la Parroquia
de San Pablo, de Vigo
"



Saludos

	Paco


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