[escepticos] Trepanarse el cráneo pra abrir la mente ¡Alucinante!

[Francisco Mercader]

[Pepe Arlandis]
Siguiendo tu razonamiento, habría que proponer que antes de atender a
cualquier enfermo, se le haga un juicio sobre si ha hecho una vida
saludable (...)

[Mercader]
Sin llegar a esa exageración, no vería yo mal que cada paciente tuviera
una ficha  (sí; ya sé que no gusta tener un Gran hermano vigilante)  que
funcionara automáticamente en cada situación  graduando su
responsabilidad o haciéndole perder un punto cada vez que enciende un
cigarrillo o comete una imprudencia. Que la responsabilidad es de todos,
no sólo de Papá Estado. Algo así como el consumo del agua o de la
electricidad: pagamos en función de lo que gastamos (o malgastamos). Lo
de la Seguridad Social actual se parece a pagar todos una cantidad fija
—la misma— y gastar lo que uno quiera, sin control ¿no?

[Pepe Arlandis]
pdta: A mi me gustaría también que mis alumnos supervagos tuvieran que
pagarse sus estudios, pero el derecho a la educación prevalece a mis
deseos.

[Mercader]
Ya que traes ese tema a colación, quizás no he entendido tu postura:
¿defiendes la permanencia en tus clases de esos predelincuentes que no
sólo no quieren estudiar sino que  su misión en la vida parece ser la de
impedirte a tí dar clase a los que sí quieren estudiar? 
No sé en qué area de qué ciudad vives o en qué privilegiado Instituto
das clase pero te garantizo que hay lugares de la periferia de Barcelona
en los que la labor del enseñante se está volviendo totalmente
imposible, incluso con riesgo físico. De momento, la mitad de los
profesores del IES de mi mujer han de aparcar fuera del recinto para
proteger sus vehículos de las rayaduras o de los cortes en las ruedas.
Una nube de inmigrantes  que no conocen el idioma son, por mor de la
corrección política,  metidos  con calzador en clases que no les sirven
para nada. Mientras, los bobalicones diseñadores  del actual esquema
educativo, siguen pariendo tonterías sin parecer enterarse de qué pasa
en las clases. Una parte importante del cuerpo de enseñantes, de baja
por depresión; otra parte, inmovilizada por su condición de suplente y
sin poder abrir la boca para no señalarse. Una sorda lucha de clases
entre los catedráticos de pata negra  y los profesores sobrevenidos
desde la formación profesional a quienes casi se les ha regalado la
plaza,  paraliza las reivindicaciones posibles.  Un paraíso en el que no
es posible dar clase.  Ya recogeremos los frutos, ya. 
Saludos. 
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Mis residuos mentales, en:
http://www.telefonica.net/web/fmercaderr
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