[escepticos] Presentacion y pregunta sobre la sabana santa

Jarmatan jarmatan.2 en gmail.com
Jue Mayo 31 16:22:25 WEST 2007


¡Hola!

El día 31/05/07, Gel alnoah en gmail.com> escribió:
>Un saludo a la Corrala,

>Lo que quería preguntar a los miembros de la lista es sobre alguna
>web, libro o articulo donde traten esto de una forma rigurosa. Y no
>tanto sobre la polémica de la prueba del C14, de la cual he leído
>algunas cosas y me queda bastante claro su validez, sino sobre este
>otro tipo de "evidencias" tan supuestamente fantásticas. Lo que he
>encontrado por Internet en su inmensa mayoría son estudios de
>sindonologos, de los cuales he salido corriendo inmediatamente.


Que la sábana santa es una falsificación lo sabe perfectamente hasta la
iglesia católica. Es más, a groso modo, se conoce su historia desde que fue
creada. Te adjunto un interesante artículo de Cesar Vidal. Dado de quien
viene, no cabe pensar que el artículo haya sido publicado con
cualquier ánimo contrario a la iglesia católica sino, en todo caso, más
bien al contrario, así que tiene cierto "valor agregado":


"*Es auténtica la sábana santa de Turín?*



A partir de los años sesenta del presente siglo, se ha desarrollado una
abundante bibliografía que presenta la denominada sábana santa de Turín como
una prueba terminante de que Jesús resucitó de la tumba hace casi dos mil
años. Análisis posteriores llevados a cabo bajo los auspicios de la Santa
Sede han dejado, sin embargo, de manifiesto que el lienzo debe, en realidad,
datarse en la Edad Media y, por lo tanto, no habría podido nunca envolver a
Jesús. ¿Qué es realmente la Sábana santa de Turín?



Unos veinte años después de la ejecución de Jesús en la cruz, un predicador
cristiano llamado Pablo de Tarso, se dirigía a las comunidades de su fe
existentes en la ciudad griega de Corinto. Aparte de brindarles consejo
sobre algunas cuestiones relacionadas con la fe y las costumbres, Pablo
subrayaba en su escrito la veracidad de la resurrección de Jesús apelando a
distintos y numerosos testigos del trascendental acontecimiento:



 "Primero se apareció a Pedro y después a los doce. Después se apareció a
quinientos hermanos… de los cuales muchos viven todavía aunque algunos han
muerto. Después se apareció a Santiago, después a todos los apóstoles, y al
último... a mi". La afirmación -que ahora es conocido como el capítulo 15 de
la Primera epístola a los Corintios- tenía una enorme importancia ya que
Pablo podía referirse en su apoyo a más de medio millar de testigos de la
resurrección de Jesús. De éstos algunos habían abandonado durante la pasión
al crucificado -como los doce- otros no habían creído en él en vida -como
Santiago- e incluso al menos uno había sido un perseguidor de sus discípulos
como era el caso de Pablo.



Durante siglos, el cristianismo no pretendió aportar pruebas materiales de
la resurrección de Jesús salvo la desaparición de su cadáver del sepulcro y
la posterior aparición del crucificado a distintas personas. No se refirió a
una sábana que hubiera servido de mortaja a Jesús fundamentalmente porque
los Evangelios no la mencionan y sí hacen, por el contrario, referencia a
bandas. Sin embargo, siguió apoyándose en los centenares de testimonios de
personas que lo habían visto resucitado.



Esa línea no se vio alterada hasta el siglo XIV y así se ha mantenido
sustancialmente hasta el día de hoy. La razón fundamental de este cambio
histórico no ha sido otro que el denominado santo sudario o sábana santa de
Turín. Este lienzo apareció por primera vez en Francia, en la iglesia
colegial de Lirey, situada cerca de Troyes, en torno al 1357. La decisión de
exponerlo se debió a Juana de Vergy. En aquella ocasión, el sudario -que ya
era presentado como el que había envuelto el cuerpo de Jesús en el sepulcro-
fue expuesto a la devoción de los fieles.



Contra lo que hubiera sido lógico esperar, la jerarquía eclesiástica
manifestó desde el principio su oposición al lienzo. Enrique de Poitiers,
obispo de Troyes, lo denunció como un fraude y ordenó que dejara de ser
expuesto. Una conducta similar siguió Pedro d´Arcis, su sucesor, cuando
nuevamente volvió a exponerse la denominada sábana santa. Incluso fue más
allá porque a finales de 1389 escribió al Papa Clemente VII pidiendo su
ayuda para acabar con aquel engaño.



En la carta, un documento esencial para la historia de la denominada "sábana
santa", Pierre d´Arcis no sólo comentaba que nada de lo relatado en los
Evangelios fundamentaba la creencia en aquel lienzo sino que además relataba
la investigación que se había llevado a cabo al respecto. Los resultados
-según el obispo- no podían haber resultado más obvios: "Al final, tras
haber dado muestras de una gran diligencia en su investigación y sus
interrogatorios, descubrió el fraude y cómo el mencionado lienzo había sido
pintado arteramente, ya que de esa verdad dio testimonio el artista que lo
había pintado, o sea que era una obra debida al talento de un hombre, y en
absoluto forjada u otorgada de manera milagrosa por la gracia divina".



Este descubrimiento había determinado que se ocultara la sábana durante años
pero en 1389 el deán de la iglesia de Lirey -"con intención de fraude y
persiguiendo un beneficio" en palabras del obispo- había vuelto a exponerla
"para que la iglesia pueda verse enriquecida con las ofrendas de los
fieles". Indignado por aquella conducta, el obispo d´Arcis había logrado
incluso que el Parlamento regio apoyara su mandato de retirar la sábana pero
entonces, para sorpresa suya, el papa Clemente VII había ordenado que no se
ejecutaran.



Precisamente por ello, el obispo le ofrecía "aportar todas las
informaciones" que disiparían cualquier duda sobre la realidad de aquel
engaño. El método para llevar a cabo el fraude había sido el conocido como
frottis, ya muy común desde el s. XII. Este consistía en cubrir un
bajorrelieve con un lienzo mojado y, después, cuando se secaba, en
aplicarle, frotando, un pigmento compuesto de áloe y mirra. Las pruebas
resultaban irrefutables pero, contra lo que habría cabido esperar, el Papa
decidió hacer oídos sordos a las informaciones proporcionadas por el obispo.




En enero de 1390, el pontífice otorgó la autorización para que se expusiera
el "santo sudario". Por añadidura, ordenó al obispo d´Arcis que guardara
silencio sobre lo que sabía acerca del lienzo incurriendo si desobedecía en
la pena de excomunión. Las causas de esa conducta, presumiblemente, pudieron
apuntar en realidad a oscuros intereses familiares. La mujer que había
expuesto el sudario por primera vez, como ya indicamos antes, se llamaba
Juana de Vergy. Después de 1357, Juana se había casado con un noble
acaudalado que se llamaba Aymon de Ginebra.



Éste era primo de Roberto de Ginebra… más conocido como Su Santidad, el Papa
Clemente VII. La razón para que el Papa apoyara semejante engaño, por tanto,
parece haberse hallado más en los lazos familiares que en la codicia o el
deseo de inspirar fe en los fieles. Sin embargo, este origen no actuaría en
detrimento de la credibilidad de la sábana. En 1453, Margarita de Charny la
cedió a la casa de Saboya. Poco después, fue enviada a una capilla de
Chambery donde en 1532 escapó de un incendio.



A finales del siglo XVI fue trasladada nuevamente, esta vez a Turín, donde a
partir de 1694 quedó custodiada en la capilla real de la catedral de la
ciudad. En mayo de 1898, el santo sudario fue expuesto durante ocho días
para celebrar el cincuentenario del reino de Italia. En esa fecha, Secondo
Pia fotografió la sábana apreciándose una nitidez en el negativo mucho más
acusada que en el positivo. A partir de entonces se difundiría la tesis de
que la sábana era un negativo lo que obligaba a descartar la tesis de una
falsificación y, siquiera indirectamente, apuntaba a un origen sobrenatural.




A partir de los años sesenta, se multiplicaron los libros en los que
supuestamente se demostraba la veracidad de la resurrección de Jesús
partiendo del lienzo. Sus afirmaciones chocaban no sólo con la realidad
histórica sino además con los diferentes análisis con carbono-14 a que se
sometió a la sábana. Todos ellos dejaron de manifiesto que, lejos de
pertenecer al siglo I, debía datarse en pleno Medioevo.



Finalmente, Juan Pablo II no ha afirmado su veracidad pero sí ha declarado
lícito el culto rendido a la sábana. La sábana no es, por lo tanto,
auténtica pero para muchos católicos constituye recordatorio de un milagro
en el que se fundamenta su fe y, en esa medida, objeto de veneración."



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