[escepticos] ¿Contra qué se sublevó Franco?

Moreno magofreston en fastmail.fm
Jue Jul 19 12:44:24 WEST 2007


Aquí va el homenaje que hace Pío Moa al alzamiento.

http://libertaddigital.com/bitacora/piomoa/

Aquí lo transcribo entero para no proporcionar a LD más visitas de las
estrictamente necesarias:

¿Contra qué se sublevó Franco?
18 de Julio de 2007 - 17:18:47 - Pío Moa

Aunque recordarlo no guste a muchos, en especial de derechas, el 18 de
julio de 1936 marca una de las fechas decisivas en la historia de
España, un antes y un después. Entonces concluyó el ciclo histórico
comenzado con la Restauración y proseguido por los episodios epigonales
de la dictadura de Primo de Rivera y la república; y comenzó la
dictadura que, paradójicamente, ha dado lugar a la única democracia
real, prolongada y estable que ha tenido España hasta ahora. Democracia
puesta hoy en grave peligro por quienes se sienten herederos del Frente
Popular.

Una versión absolutamente disparatada, pero propagada por una
universidad, unos políticos y unos historiadores ridículos
intelectualmente, pero temibles por su poder, pretende que el golpe del
18 de julio y la guerra subsiguiente destruyeron la democracia
republicana. Fue exactamente al revés: la destrucción de la democracia
republicana ocasionó la guerra, y quienes la destruyeron fueron,
precisamente, las izquierdas y los separatistas. Esto puede darse hoy
por firme y documentalmente establecido.

En un bandazo poco meditado, algunos autores niegan hoy legitimidad o
carácter democrático a aquella república, pero es indudable que, aunque
con serios defectos, fue legítima y democrática. Cierto que su
legitimidad no provino de unas elecciones municipales que perdieron los
republicanos, sino de la entrega del poder por parte de unos monárquicos
plenamente abyectos. El mayor delito en aquel caso no corresponde a unos
republicanos que explotaron una situación histórica favorable, sino a
unas derechas dispuestas a menospreciar y traicionar a sus propios
electores. Los monárquicos fueron los mayores delincuentes, porque se
trató de un enorme delito –envuelto en pretensiones irrisoriamentre
humanitarias– contra la libertad y la estabilidad de España.

Y si bien durante la república imperó casi siempre la censura y el
estado de excepción, y la Constitución no era laica, sino anticatólica,
se trató básicamente de una democracia. Como supo ver correctamente la
CEDA, la Constitución permitía, pese a todo, las libertades y la
alternancia pacífica en el poder, y sus graves defectos podían
subsanarse mediante el ejercicio de la democracia. Claro que las
izquierdas llegaban con una visión mesiánica de la política según la
cual la república no era tal si no mandaban ellos, y las leyes podían
vulnerarse y alterarse si ellas lo consideraban ventajoso. De ahí la
insurrección de octubre de 1934.

Pero la derecha pudo ganar las elecciones de 1933 y derrotar en 1934 la
insurrección izquierdista-separatista sin destruir, al contrario,
defendiendo la legalidad republicana. Y la ruina final del sistema fue
causada, no por las derrotadas izquierdas, sino por un presidente de
derechas ansioso de pasar por progresista y congraciarse con los
vencidos guerracivilistas, repitiendo en cierto modo la entrega del
poder por los monárquicos en 1931: sin las maniobras de Alcalá-Zamora,
las izquierdas no habrían vuelto al poder en 1936. 

Conviene releer el comunicado de Franco justificando su rebelión: la
Constitución era sistemáticamente pisoteada, no había ley y sí un
proceso revolucionario abierto. Esto no era una justificación, sino la
pura y evidente realidad. Él, que había admitido la democratización
dentro del orden, y que había defendido la república en 1934, se
sublevaba ahora con la idea, errónea pero comprensible, de que en España
la democracia no funcionaba. Y no podía funcionar con tales
"demócratas".

La democracia quedó así fuera de cuestión, tanto para las izquierdas
totalitarias como  para las derechas autoritarias. Franco fue el último
en rebelarse contra la república, después de que lo hubieran hecho los
anarquistas, Sanjurjo, Azaña, los socialistas, los nacionalistas
catalanes, los comunistas y en alguna medida Gil-Robles. Fue también el
único en triunfar, no sobre la democracia, ya inexistente, sino sobre un
proceso revolucionario que no había ya demócratas capaces de parar. Él
lo hizo.

Luego organizó una dictadura autoritaria –no totalitaria,
afortunadamente–, pero esa es otra historia.  
 

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